martes, 16 de octubre de 2012

Ni un euro por ti (Diario de un maltrato I )


Ahora que vuelvo la vista atrás y pienso en ello sigo sin entender como una mujer puede caer en algo así, pero estas cosas no tienen explicación, es algo que, por desgracia, nos puede pasar a todas.
Pero ahora encaro el futuro con ilusión y alegría. A pesar de encontrarme en el paro y vivir con mis padres, por fin, soy feliz.

El camino ha sido arduo y duro, pero una mañana decidí emprenderlo y eso me hizo libre.


Yo era una adolescente normal, alegre, sencilla, que disfrutaba con sus amigas saliendo los fines de semana. Sin mayor problema que pensar en la ropa que me pondría ese día o a que hora pasarían a recogerme. Hasta ese verano en que él apareció en mi vida.

Estaba sacándome el carné de conducir y necesitaba algo de dinero para pagar las clases y disfrutar de la época estival, así que cuando Teo me propuso ir a trabajar con él como camarera a una discoteca de verano de mi zona, no me lo pensé dos veces. El sueldo era bueno y me permitiría terminar de pagar las clases prácticas y tener dinero para mis gastos.

Cuando llegué allí por primera vez nunca pensé lo que el destino me deparaba.

Era mi primera noche en el nuevo local, y aunque estaba acostumbrada a ello, pues en invierno trabajaba los fines de semana en una discoteca muy famosa de mi localidad, no podía evitar los nervios. No conocía a nadie salvo a Teo, que llevaba la seguridad en la discoteca.

El sitio estaba muy bien. Tenía una barra principal en la parte cerrada junto con una terraza acristalada donde se ubicaban los gogós que animaban las fiestas. En la parte exterior una gran piscina presidía la gran terraza al aire libre, mientras que a ambos lados de la misma, se ubicaban sendas barras donde los camareros servían las copas a los clientes.

Y allí estaba él. A primera vista no me fijé mucho, pero resultó que sería mi compañero en la barra que me habían asignado.

Tenía mi misma edad. Ese verano cumpliría diecinueve años y él los haría cuatro meses después. Era simpático y congeniamos bastante bien, además, como me dijo al finalizar la noche, por fin le habían asignado una compañera que si sabía poner copas.

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