-¡Mierda jefe! ¿Qué vamos a
hacer ahora?- preguntó el hombre que había disparado.
-No era así como lo había
planeado. Que no cunda el pánico. Busquemos la información que necesitamos,
tiene que estar en algún lugar.- Miró a su alrededor antes de dar la siguiente
orden.- Tú ve arriba y busca cualquier cosa que nos ayude, yo miraré en el
disco duro de su ordenador.
Revisaron todas sus
pertenencias en busca de alguna pista que les ayudara para encontrar el
paradero de su escurridiza amiguita, pero no había rastro de ella. En el
ordenador tampoco había ningún archivo esclarecedor, por lo que la frustración
estaba empezando a hacer mella. Cuando se disponía a apagarlo, observó que un
correo acaba de ser enviado.
-¡Bingo!- gritó mientras una
gran sonrisa se reflejaba en su cara.
-¿Si jefe?
-Imprimiré esto y después
podremos irnos. Deja todo limpio. Partimos inmediatamente.