martes, 18 de septiembre de 2012

El Secreto del Papiro (Capítulo XI parte II)


Rick caminaba por el pasillo central junto a los mostradores de facturación. El reloj marcaba media hora más de la prevista para su llegada, pero ellos no aparecían. Tras los últimos acontecimientos acaecidos estaba empezando a preocuparse.

Jack y Silvia aparecieron por fin por la puerta principal. Rick sostenía una foto del joven que el profesor le había hecho llegar. Sabía muy bien que vendría acompañado de una hermosa joven a la que habría que proteger, pero no pensó que podría impactarle de esa manera. No le gustaban las complicaciones en su vida, y por la forma de mirarla que tenía su hasta ahora guardaespaldas, sabía a ciencia cierta que esto sería una complicación. 

Se dirigió directamente hacia ellos con los billetes en la mano dispuesto a poner tierra de por medio lo antes posible. Jack reconoció a su contacto nada más verlo. El viejo profesor también se había encargado de que recibiese una foto y así estar seguro que no habría equivocaciones.

-¿Rick?- preguntó cuando estuvieron cara a cara.
-¿Jack?- contestó a su vez- ¿Y esta encantadora pequeñaja es?-preguntó volviéndose hacia Silvia mientras la escrutaba con su mirada.
-Silvia- respondió mientras dirigía su mirada más dura al nuevo miembro de la expedición.

Rick derramó su sonrisa más felina cuando se encontró con los ojos de ella. Su metro noventa de estatura se veía imponente ante el metro sesenta de Silvia.

-¿Nos vamos?- preguntó inquieto Jack ante la mirada codiciosa que había escapado de sus ojos. Ella era suya y no permitiría que nadie se la arrebatase de nuevo.
-Por supuesto- respondió Rick mientras se agachaba y recogía la mochila de Silvia- ya tengo los billetes. Pasemos por el mostrador y embarquemos lo antes posible. Vamos con retraso.


Tras pasar el control de seguridad, se dirigieron a toda prisa hacia la puerta de embarque. El avión esperaba a sus últimos pasajeros para poder despegar con rumbo a Sarm el Seihk, desde donde emprenderían el viaje hacia Petra. No había encontrado vuelo directo a Aman y no quería realizar ningún tipo de escala. Sabía por experiencia quién podría estar detrás de todo esto y no estaba dispuesto a dar ninguna tregua que les hiciese perder la ventaja que llevaban.
   
Alguien observó toda la escena en silencio. Sabía cual era el destino al que se dirigían. Esperaría su mejor ocasión. Por ahora, se conformaría con seguir la siguiente pista. Realizó una llamada telefónica y embarcó.

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