viernes, 6 de julio de 2012

El Secreto del Papiro (Capítulo 6 parte I)


La noche cerrada escondía su sombra de miradas curiosas. Había elegido muy bien el momento del salto para no encontrarse ninguna sorpresa. Le costó varios meses preparar todo para que su plan saliera como esperaba. Si todo salía bien, pronto el pergamino estaría en manos de Lis. Sólo ella sería capaz de entender la situación y hacer lo correcto. Su mente científica no le permitía destruir semejante descubrimiento.

Pequeñas antorchas se divisaban a lo lejos. Sus investigaciones eran correctas y, tal como sospechaba, existía una ciudad de los vivos o campamento humano. Habría dado un tercio de su vida por tener más tiempo y poder observar y contemplar como era el día a día de aquellos primeros seres humanos, pero tiempo es lo que no tenía.

Caminó lo más rápido que podía sin hacer ningún tipo de ruido. Sus ojos se acostumbraban a la oscuridad cuando, frente a él, una enorme y maravillosa construcción se plantaba majestuosa e imponente. Sólo por eso ya valía la pena perder la vida. Sus pupilas tenían el privilegio de ver como era realmente una de las mayores maravillas de las historia.


 Stonehenge era impresionante. Alguien le había preguntado meses atrás por qué dedicaba tantas horas al estudio del monumento, si le viese ahora entendería. Sabía muy bien a donde dirigirse. Después de disfrutar durante unos minutos de la fantástica vista, encaminó sus pasos directamente al lugar convenido y talló las palabras. Tras acariciar algunas de las piedras que se encontraban al alcance de su mano, volvió al lugar de llegada y desapareció como si nunca hubiese estado allí.

Ruidos de pequeños tambores sonaban en la lejanía, junto a las hogueras cerca del río. Uno de los miembros del clan divisó una breve pero intensa luz que surgió de la nada junto a su ciudad de los muertos.

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Los primeros días de búsqueda habían resultado infructuosos. Londres era una ciudad grande con hoteles por todas partes debido a su afluencia de turistas. Era como buscar una aguja en un pajar, pero la suerte se acababa de poner de su lado. Una joven que coincidía con la descripción se bajó de un coche delante del hotel al que acudían siguiendo una minuciosa lista. Estaba seguro que era ella.
-Jefe, ¿vamos a por la chica?- preguntó su compañero, un exconvicto que había sido reclutado por la organización y que trabajaba para ellos a cambio de limpiar sus antecedentes penales.
-Espera. No quiero que llamemos la atención. Dejaremos que llegue a su habitación. Dentro será más fácil conseguir que coopere y venga con nosotros- contestó mientras dibujaba una gran sonrisa que afeaba más todavía la cicatriz que marcaba el lado izquierdo de su cara.


Ya tenía todo listo. Jack indicó que él se haría cargo de la factura del hotel, por lo que esperaba en su habitación a que viniera a buscarla, pero sentía que algo no marchaba bien, una sensación de opresión en el pecho se hacía cada vez más insistente, y sabía por experiencia que su intuición nunca fallaba. Algo estaba a punto de suceder.

Tras calmar un poco su absurda preocupación oyó que alguien llamaba a la puerta. Impaciente encaminó sus pasos para abrir a Jack.

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