La noche cerrada escondía su
sombra de miradas curiosas. Había elegido muy bien el momento del salto para no
encontrarse ninguna sorpresa. Le costó varios meses preparar todo para
que su plan saliera como esperaba. Si todo salía bien, pronto el
pergamino estaría en manos de Lis. Sólo ella sería capaz de entender la
situación y hacer lo correcto. Su mente científica no le permitía destruir semejante
descubrimiento.
Pequeñas antorchas se
divisaban a lo lejos. Sus investigaciones eran correctas y, tal como
sospechaba, existía una ciudad de los vivos o campamento humano. Habría dado un
tercio de su vida por tener más tiempo y poder observar y contemplar como era el día a día de
aquellos primeros seres humanos, pero tiempo es lo que no tenía.
Caminó lo más rápido que
podía sin hacer ningún tipo de ruido. Sus ojos se acostumbraban a la oscuridad
cuando, frente a él, una enorme y maravillosa construcción se plantaba
majestuosa e imponente. Sólo por eso ya valía la pena perder la vida. Sus
pupilas tenían el privilegio de ver como era realmente una de las
mayores maravillas de las historia.
Stonehenge era impresionante. Alguien le había preguntado meses atrás por qué dedicaba tantas horas al estudio del monumento, si le viese ahora entendería. Sabía muy bien a donde dirigirse. Después de disfrutar
durante unos minutos de la fantástica vista, encaminó sus pasos directamente al lugar
convenido y talló las palabras. Tras acariciar algunas de las piedras que se encontraban al alcance de su mano, volvió al lugar de llegada y desapareció
como si nunca hubiese estado allí.
Ruidos de pequeños tambores
sonaban en la lejanía, junto a las hogueras cerca del río. Uno de los miembros
del clan divisó una breve pero intensa luz que surgió de la nada junto a su
ciudad de los muertos.
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Los primeros días de
búsqueda habían resultado infructuosos. Londres era una ciudad grande con
hoteles por todas partes debido a su afluencia de turistas. Era como buscar una
aguja en un pajar, pero la suerte se acababa de poner de su lado. Una joven que
coincidía con la descripción se bajó de un coche delante del hotel al
que acudían siguiendo una minuciosa lista. Estaba seguro que era ella.
-Jefe, ¿vamos a por la
chica?- preguntó su compañero, un exconvicto que había sido reclutado por la
organización y que trabajaba para ellos a cambio de limpiar sus antecedentes
penales.
-Espera. No quiero que
llamemos la atención. Dejaremos que llegue a su habitación. Dentro será más
fácil conseguir que coopere y venga con nosotros- contestó mientras dibujaba
una gran sonrisa que afeaba más todavía la cicatriz que marcaba el lado
izquierdo de su cara.
Ya tenía todo listo. Jack
indicó que él se haría cargo de la factura del hotel, por lo que esperaba en su
habitación a que viniera a buscarla, pero sentía que algo no marchaba bien, una
sensación de opresión en el pecho se hacía cada vez más insistente, y sabía por
experiencia que su intuición nunca fallaba. Algo estaba a punto de suceder.
Tras calmar un poco su
absurda preocupación oyó que alguien llamaba a la puerta. Impaciente encaminó
sus pasos para abrir a Jack.
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