jueves, 19 de julio de 2012

El Secreto del Papiro (Capítulo 6 parte II)



-Señorita Cruz, un solo ruido y mi amigo no dudará en disparar ¿Nos permite pasar?
Silvia no pudo articular palabra. Delante de ella se encontraban dos hombres armados que sabían quien era.  ¿Serían estos tipos los que habían acabado con la vida de su mejor amiga? ¿Había conseguido llegar hasta aquí y todo se terminaría en este momento? Tenía que mantener la calma. Jack llegaría en cualquier momento y lo que menos deseaba era que resultase herido por su culpa.
  
Tras conseguir recuperar la compostura contestó- adelante ¿A que debo el placer de su visita caballeros?
-Creo que tiene algo que nos pertenece- asintió el hombre rubio de la cicatriz en la mejilla. Sus afiladas facciones le hacían parecer siniestro y despiadado y mantenía su mano derecha junto a la pistola que descansaba en la funda de su cinturón. Sin buscar su aprobación avanzó unos pasos hasta encontrarse dentro de la habitación de Silvia. Su compañero, que seguía apuntando directamente a su cabeza, siguió al otro hombre.
-Si es así, díganme el qué y se lo entregaré. – respondió ella.
-Me temo que no es tan fácil señorita, mi jefe quiere hablar con usted. Tendrá que acompañarnos y le indico que será por las buenas o por las malas, usted decide.


“Piensa rápido” se dijo así misma.
-Está bien ¿Puedo entrar al baño un momento? Recogeré mis cosas y les acompañaré.
El hombre que le apuntaba con la pistola puso mala cara ante su petición.
-Tranquilos, es un baño interior, no podré salir corriendo por la ventana.
-Está bien, pero dese prisa.
Tras entrar en el aseo cerró la puerta intentando pensar que hacer. El manuscrito estaba seguro en manos de Jack, pero, ¿qué pasaría cuando descubriesen que ella no lo tenía? Miró a su alrededor y encontró su pequeño bolso de mano, Jack llegaría en cualquier momento.
-¡El teléfono!- se dijo así misma.
Tras recordar que lo había dejado allí marcó el número de Jack.
 -Señorita, será mejor que salga ya o tendremos que abrir la puerta.
-¡Si, ya salgo!
Guardó el móvil en su bolsillo mientras al otro lado del teléfono seguían oyéndose los tonos de llamada.
-Cógelo por favor- repitió en su cabeza antes de abandonar el cuarto de baño.

Jack acababa de abonar la factura y se dirigía a las puertas de los ascensores. Había pasado a recoger el coche de alquiler en el que saldrían de Londres y llegaba con un poco de retraso. El teléfono sonó en su bolsillo.
Descolgó la llamada al ver que se trataba de Silvia, pero antes de saludarla escuchó una voz desconocida al otro lado de la línea.

-Ya se lo he dicho. Usted debe acompañarnos, no se trata sólo de lo que nos pertenece, él quiere hablar con usted.

La mente de Jack reaccionó ante el peligro. Descartó el ascensor y se dirigió a grandes pasos hacia las escaleras. Eran sólo dos pisos y si perdía más tiempo Silvia podría sufrir algún daño. La ira iba creciendo por momentos dentro de él, si ella sufría el más mínimo daño, lo pagarían con su vida.
Cuando llegó a la segunda planta aminoró el ritmo intentando no hacer ruido. El pasillo se encontraba vacío a esas horas de la tarde. Sacó su pequeña pistola del cinturón y se acercó a la puerta en completo silencio.


-Max carga con las maletas de la señorita, yo la sujetaré para que no pueda salir corriendo.

“Está bien. Dos hombres, uno de ellos armados. Confío en que el que lleva a Silvia sea el primero en salir”.

Tras unos segundos de espera la puerta se abrió de par en par. Jack se encontraba oculto tras la cortina del ventanal de iluminación de la planta. Tal y como deseaba, Silvia marchaba delante. Conocía muy bien la disposición de las salidas de emergencia del hotel, por lo que si conseguía derribar al hombre de la pistola, tendrían una oportunidad de huir.

Un golpe fuerte con la culata de su pistola hizo que el porteador del equipaje se desplomara en el suelo y Jack salió de entre las sombras.
-¡Suéltala!- gritó mientras apuntaba con su pistola al pecho del otro hombre que se giró para enfrentarse cara a cara con él. Silvia aprovechó el momento para morder la mano que sujetaba su brazo y consiguió zafarse mientras su atacante gritaba de dolor.
-¡Corre!- dijo Jack indicando que fuera hacia él.
-¡No tan deprisa hijo de!- no pudo terminar la frase, una pequeña bala se incrustaba en su pierna.
Jack y Silvia corrieron hacia las escaleras de emergencia, mientras el hombre, cojo por el impacto, intentaba alcanzarles dejando  a su compañero que empezaba a recuperarse del golpe sufrido en la cabeza.


Varias balas pasaron rozando la frente de Silvia, pero Jack tiró de ella lo suficientemente rápido para que no impactaran, atrayéndola hacia su duro pecho. Tiró de la palanca que liberaba las escaleras y bajaron en una carrera frenética por alcanzar el todo terreno negro que estaba estacionado al final de la calle.

Un nuevo disparo rozó el brazo de Jack que se encogió con un gesto de dolor, pero no perdió el ritmo mientras arrastraba a Silvia para que entrara en el coche. Tras arrancar salió disparado hacia la autovía.

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