-Señorita Cruz, un solo
ruido y mi amigo no dudará en disparar ¿Nos permite pasar?
Silvia no pudo articular
palabra. Delante de ella se encontraban dos hombres armados que sabían quien
era. ¿Serían estos tipos los que habían
acabado con la vida de su mejor amiga? ¿Había conseguido llegar hasta aquí y
todo se terminaría en este momento? Tenía que mantener la calma. Jack llegaría
en cualquier momento y lo que menos deseaba era que resultase herido por su
culpa.
Tras conseguir recuperar la
compostura contestó- adelante ¿A que debo el placer de su visita caballeros?
-Creo que tiene algo que nos
pertenece- asintió el hombre rubio de la cicatriz en la mejilla. Sus afiladas
facciones le hacían parecer siniestro y despiadado y mantenía su mano derecha
junto a la pistola que descansaba en la funda de su cinturón. Sin buscar su
aprobación avanzó unos pasos hasta encontrarse dentro de la habitación de
Silvia. Su compañero, que seguía apuntando directamente a su cabeza, siguió al
otro hombre.
-Si es así, díganme el qué y
se lo entregaré. – respondió ella.
-Me temo que no es tan fácil
señorita, mi jefe quiere hablar con usted. Tendrá que acompañarnos y le indico
que será por las buenas o por las malas, usted decide.
“Piensa rápido” se dijo así
misma.
-Está bien ¿Puedo entrar al
baño un momento? Recogeré mis cosas y les acompañaré.
El hombre que le apuntaba
con la pistola puso mala cara ante su petición.
-Tranquilos, es un baño
interior, no podré salir corriendo por la ventana.
-Está bien, pero dese prisa.
Tras entrar en el aseo cerró
la puerta intentando pensar que hacer. El manuscrito estaba seguro en manos de
Jack, pero, ¿qué pasaría cuando descubriesen que ella no lo tenía? Miró a su
alrededor y encontró su pequeño bolso de mano, Jack llegaría en cualquier
momento.
-¡El teléfono!- se dijo así
misma.
Tras recordar que lo había
dejado allí marcó el número de Jack.
-Señorita, será mejor que
salga ya o tendremos que abrir la puerta.
-¡Si, ya salgo!
Guardó el móvil en su
bolsillo mientras al otro lado del teléfono seguían oyéndose los tonos de
llamada.
-Cógelo por favor- repitió
en su cabeza antes de abandonar el cuarto de baño.
Jack acababa de abonar la
factura y se dirigía a las puertas de los ascensores. Había pasado a recoger el
coche de alquiler en el que saldrían de Londres y llegaba con un poco de
retraso. El teléfono sonó en su bolsillo.
Descolgó la llamada al ver
que se trataba de Silvia, pero antes de saludarla escuchó una voz desconocida
al otro lado de la línea.
-Ya se lo he dicho. Usted
debe acompañarnos, no se trata sólo de lo que nos pertenece, él quiere hablar
con usted.
La mente de Jack reaccionó
ante el peligro. Descartó el ascensor y se dirigió a grandes pasos hacia las
escaleras. Eran sólo dos pisos y si perdía más tiempo Silvia podría sufrir
algún daño. La ira iba creciendo por momentos dentro de él, si ella sufría el
más mínimo daño, lo pagarían con su vida.
Cuando llegó a la segunda
planta aminoró el ritmo intentando no hacer ruido. El pasillo se encontraba
vacío a esas horas de la tarde. Sacó su pequeña pistola del cinturón y se
acercó a la puerta en completo silencio.
-Max carga con las maletas
de la señorita, yo la sujetaré para que no pueda salir corriendo.
“Está bien. Dos hombres, uno
de ellos armados. Confío en que el que lleva a Silvia sea el primero en salir”.
Tras unos segundos de espera
la puerta se abrió de par en par. Jack se encontraba oculto tras la cortina del
ventanal de iluminación de la planta. Tal y como deseaba, Silvia marchaba
delante. Conocía muy bien la disposición de las salidas de emergencia del
hotel, por lo que si conseguía derribar al hombre de la pistola, tendrían una
oportunidad de huir.
Un golpe fuerte con la
culata de su pistola hizo que el porteador del equipaje se desplomara en el
suelo y Jack salió de entre las sombras.
-¡Suéltala!- gritó mientras
apuntaba con su pistola al pecho del otro hombre que se giró para enfrentarse
cara a cara con él. Silvia aprovechó el momento para morder la mano que
sujetaba su brazo y consiguió zafarse mientras su atacante gritaba de dolor.
-¡Corre!- dijo Jack
indicando que fuera hacia él.
-¡No tan deprisa hijo de!-
no pudo terminar la frase, una pequeña bala se incrustaba en su pierna.
Jack y Silvia corrieron
hacia las escaleras de emergencia, mientras el hombre, cojo por el impacto,
intentaba alcanzarles dejando a su
compañero que empezaba a recuperarse del golpe sufrido en la cabeza.
Varias balas pasaron rozando
la frente de Silvia, pero Jack tiró de ella lo suficientemente rápido para que
no impactaran, atrayéndola hacia su duro pecho. Tiró de la palanca que liberaba
las escaleras y bajaron en una carrera frenética por alcanzar el todo terreno
negro que estaba estacionado al final de la calle.
Un nuevo disparo rozó el
brazo de Jack que se encogió con un gesto de dolor, pero no perdió el ritmo
mientras arrastraba a Silvia para que entrara en el coche. Tras arrancar salió
disparado hacia la autovía.
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