Los intentos en la
universidad les habían conducido a un callejón sin salida. Algunos estudiantes
se habían cruzado en el camino con la joven que buscaban, pero no podían
facilitar más información al respecto, ya que nadie la conocía. Sólo uno de
ellos comentó que creía haberla visto visitando al viejo profesor, pero en
secretaría les informaron que se encontraba enfermo y llevaba unos
días sin acudir a su despacho.
-Tal vez sea hora de hacerle
una visita al señor Adams.
-Está bien jefe. Averiguaré
su dirección y veremos que sabe.
Había sido un día agradable.
Por un momento, Silvia consiguió olvidarse de todos los problemas actuales y
disfrutar de los recuerdos de infancia junto a Jack.
-Todavía recuerdo las
fiestas de verano, cuando nos escapábamos juntos y nos perdíamos
entre la gente que escuchaba la música en directo en el parque de la calle este.- Comentó Jack con su mirada
perdida en el tiempo.
-Si. Yo deseaba que llegara
ese momento para estar contigo, pero cuando tus padres abandonaban el baile
siempre tenías que irte con ellos.
-Y como odiaba yo ese
momento. Mi chica se quedaba allí y me ponía celoso sólo de pensar que algún
otro viniese en mi ausencia.
-¿Serías tonto?- contestó
Silvia entre risas- Yo te hacía creer que me quedaba para ver si de esa manera
conseguía que tú también lo hicieses, pero cuando tú te ibas y ya no te veía,
no había nada que me retuviese allí y regresaba a casa esperando que llegase la
tarde siguiente para verte.
-Pues ya podías haberlo
dicho antes nena, no me quitó ese pensamiento noches de sueño entonces.- y
rompió a reír a grandes carcajadas ante la confesión de su compañera.
-¿Cuál es tu recuerdo
favorito?- preguntó ella algo tímida.
- A ver, déjame pensar… Son
tantos los que tengo de esa época, pero si tengo que decidirme por uno, creo
que sería el del verano en que fuimos por primera vez a la piscina, ¿lo
recuerdas?- preguntó él con una amplia sonrisa en los labios.
-Por supuesto que lo
recuerdo, es difícil de olvidar- contestó ella mientras sus mejillas adquirían
un dulce color rojo ante el recuerdo.
-Si. Para mi fue el momento
más mágico entre nosotros. Juntos, solos los dos, apartados en el rincón más
lejano y ese beso, ese beso fue…
-Calla. Yo también lo
recuerdo. Nunca supe que pensaste de aquello y yo me moría de la vergüenza
porque no podía parar de pensar si te había besado correctamente o no.
-Nena, te aseguro que fue el
mejor beso que nunca me dieron, pero si tan insegura estás de ello podemos
repetir ahora mismo y te diré si tus besos han mejorado con los años.- Contestó
Jack mientras se acercaba lentamente hacia ella.
Silvia se encontraba perdida
entre el recuerdo y el brillo de los ojos de Jack mirándola de esa manera, con
deseo, pero su pensamiento viajó un poco en el tiempo y los recuerdos dolorosos
la trajeron al presente, rompiendo la magia que se había instalado entre ellos.
-¿Por qué Jack?- preguntó
mientras retiraba un poco su silla de la mesa y se encaminaba a la habitación.
-¿Por qué?- contestó él
mientras la alcanzaba junto a la puerta.
-Si. Por qué te fuiste. Por
qué no confiaste en mí. Todavía me pregunto tantas cosas respecto a ello. Quise
explicarte pero no quisiste escucharme. Lloré, supliqué, incluso le pedí a
Robert que hablase contigo, pero tú no quisiste oírme, sólo diste media vuelta
y te fuiste para siempre, dejándome allí sola.
Los ojos de Silvia se
volvieron borrosos mientras intentaba contener las lágrimas que amenazaban con
aflorar. No quería llorar, no delante de él y después de todo este tiempo, pero
el recuerdo de lo que no pudo ser todavía era amargo.
Jack desvió la mirada hacia
la oscura noche. Su mandíbula se puso tensa antes de contestar a su pregunta.
-No sabes cuantas noches me
he hecho la misma pregunta amor ¿Por qué no creí en ti? Y no sabes las otras
tantas que he pasado en vela arrepintiéndome de ello. Cuando tiempo después
supe la verdad quería gritar, romper todo lo que estaba a mano, pero no tuve
valor para buscarte. Pensé que ya te habrías olvidado de mi. Tantas veces me he
preguntado que habría pasado si no me hubiese ido. Tantas veces me he vuelto a
preguntar como hubiese sido lo nuestro, que ya he perdido la cuenta. Silvia ¿tú
te lo has preguntado alguna vez?
-Más de las que puedas
creer, te lo aseguro.- y sin querer mirarle a los ojos abrió la habitación
dejando a Jack en la entrada, sólo.
-Silvia, te he echado tanto
de menos. He soñado tantas noches con tenerte entre mis brazos y hacerte
olvidar el daño que te hice.- contestó mientras entraba en la habitación detrás
de ella.
-Detente. No quiero que
vuelvas a hacerme daño. Ya destrozaste mi corazón una vez y no quiero que la
historia se repita, no sería justo.
Jack cerró la puerta tras de
si y avanzó despacio hacia ella.
-No quiero hacerte daño
cielo. Solo quiero darte lo que entonces no te di- y tras sus palabras abrazó a
Silvia con fuerza mientras fundía sus labios con los de ella en un duro beso.
Silvia se dejó llevar y abrió su boca para él. Los pensamientos racionales la
habían abandonado y su lado irracional quería más y más. Deseaba, anhelaba sentir
sus labios contra su boca, sus manos acariciando su cuerpo y, sin ser
consciente de sus actos, levantó los brazos hasta rodear el cuello de Jack y
perder sus dedos entre su pelo mientras él profundizaba más el beso y dejaba
caer sus manos acariciando en su bajada cada parte de su cuerpo.
-Oh Jack- alcanzó a decir
mientras él la arrastraba entre sus brazos a la cama.
-Shuuu, nena. He soñado
contigo cada noche desde entonces- y sin dejar de besarla se quitó la camisa y
bajó la cremallera del vestido de Silvia. Lentamente la tendió sobre la cama
mientras él se quitaba el resto de la ropa y dejaba caer los zapatos de ella
junto a los suyos.
-No digas nada, sólo siente.
Siente lo que yo llevo sintiendo de nuevo desde que volví a verte esa mañana en
la puerta de la oficina del profesor. Algo que pensé que estaba olvidado, pero
me di cuenta de que no era así. Siente como tu cuerpo responde al mío, cómo tu
piel desea el contacto con la mía ¿no lo ves amor?- declaró dulcemente mientras
dejaba un reguero de besos según ascendía por su cuerpo hasta estar de nuevo
frente a frente.- déjame saborear el dulce aroma de tu piel que me hace
desearte cada noche más y más.
Sus fuertes manos rozaban
con cuidado su tersa y dulce piel mientras desabrochaba el sujetador y deslizaba
los tirantes por sus hombros. –Déjame verte en todo tu esplendor nena. Eres tan
bella.
Volvió a buscar su boca con
desesperación en un beso abrasador, intenso, posesivo que pudo con las últimas
defensas de Silvia.
La colocó de espaldas
mientras retiraba su boca para poder contemplarla así, dulce, hermosa. Su pelo
caía en cascada sobre la almohada y el brillo de sus ojos le decía cuan grande
era el deseo que ella también sentía por tenerlo.
-Si pudiera elegir, me
quedaría con esta foto tuya para siempre- murmuró mientras la contemplaba.
Silvia se encontró con su
mirada y dejó de pensar en nada más.
-Si vamos a hacer esto, deja
que lo hagamos a mi manera- contestó ella mientras se giraba en la cama y se
colocaba sobre él.
-Quiero saborearte entero.
-Nena, soy todo tuyo y
acepto propuestas para satisfacer el servicio.
Silvia depositó un reguero
de besos por su cuello mientras su lengua descendía poco a poco hacia su
hombro. Siguió dejando besos por toda su piel, deleitándose con su sabor hasta
llegar a uno de sus pezones que besó y mordisqueó a placer.
-Oh amor. Me estás llevando
al paraíso- susurró Jack.
Le llegó el turno al otro
pezón que lamió ya sin ningún reparo y descendió con su lengua por la línea del
ombligo.
Jack acariciaba su cabello
con los dedos mientras ella bajaba un poco más.
-No se cuanto tiempo
aguantaré si sigues así nena.
Envalentonada por las reacciones de Jack, decidió dejar atrás la timidez y dar rienda suelta a sus más profundos instintos.
Su boca besó inocentemente
su ingle y con la lengua empezó a acariciar su duro miembro, recorriendo cada
parte, mordisqueando su bolsa cargada y volviendo a ascender hasta la punta
húmeda de su masculinidad. Sin previo aviso para él, la introdujo en su boca
para saborearlo mejor.
-Nena, creo que he muerto y
estoy en el cielo- susurró mientras se incorporaba y sujeta entre sus brazos a
su pequeña leona.- Ahora es mi turno.
Como ella había hecho antes,
él también dejó un reguero de besos por su cuello, mordiendo suavemente la
parte donde sentía su pulso acelerarse.
Sus pechos, como pequeñas
montañas esculpidas por la mano divina, llenaron toda su atención, excitando,
mordiendo, lamiendo los pezones duros y provocadores. Con cada caricia de su
lengua, Silvia experimentaba nuevas sensaciones que la estaban llevando al
límite.
Él descendió hasta su valle,
depositando un gran número de besos a su paso hasta llegar a sentir su
intimidad, húmeda y caliente, preparada para él.
-Si, por favor, libérame-
pidió ella- no puedo seguir así.
Jack lamió, besó y chupó su
clítoris una y otra vez mientras hundía un dedo dentro de su cuerpo.
-¡Oh si, si, por favor!-
respondía ella a sus caricias.
La sentía apretada y mojada,
y siguió torturándola con su ataque, volviendo a lamer el pequeño botón
mientras otro dedo más se unía al que ya estaba dentro de ella.
-Vamos nena, córrete para
mi- y aceleró el ritmo un poco más.
Silvia tembló. Se aferró a
la cama mientras gritaba y su cuerpo explosionaba con la llegada del orgasmo,
momento en el que Jack aprovechó para introducirse por completo dentro de ella.
-¡Dios nena! Estás lista
para mi- y embistió una y otra vez con ritmo suave mientras sus bocas se
encontraban de nuevo desesperadas por tenerse la una a la otra. Según crecía la
intensidad de su beso, Jack penetraba más fuerte acelerando el ritmo de sus
caderas, hasta que Silvia gritó de nuevo aferrándose a sus hombros mientras
sentía un nuevo orgasmo con mayor intensidad.
Silvia se montó encima de él
mientras su pelo se desplegaba por los hombros y marcaba su propio ritmo suave
y decadente.
Jack acarició sus pechos
disfrutando de la vista que su cuerpo le ofrecía.
-Sin duda, me quedo con esta
foto. Estás tan hermosa- comentó él.
El ritmo se aceleró y Jack
volvió a cambiar de postura dejándola de nuevo de espaldas mientras capturaba
su boca. Gotas de sudor perlaban su frente mientras ambos aceleraban el ritmo
buscando la liberación.
Sus caderas se movían al
unísono, y su miembro cada vez más duro, entraba y salía hundiéndose de nuevo
una y otra vez, acelerando más y más las embestidas hasta que juntos
encontraron el orgasmo. Gritaron mientras estallaban y Jack depositaba su
semilla dentro de ella. Agotados, la abrazó y depositó un tierno beso en su
coronilla.
Silvia no tenía fuerzas para
hablar ni para pensar, ya habría tiempo después para los remordimientos, si es
que los había. Entre sus fuertes brazos se quedó dormida.
-Descansa amor. Te prometo
que voy a cuidar de ti y volveré a ganarme tu confianza- susurró mientras la
contemplaba. Después, apagó la luz y cerró los ojos.
madre miaaaaaaaaaaaaaaa quiero un jack para miiiiiiiiiiiiiiiii
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