viernes, 3 de agosto de 2012

El Secreto del Papiro (Capítulo 7 parte II)


Tras sus palabras se sentó en la cama y tiró de su camiseta sacándola por la cabeza.
Silvia no pudo quitarle los ojos de encima mientras la prenda iba dejando a la vista un marcado y bronceado abdomen que dejaba sin aliento, fijándose en el tatuaje grabado en su piel, varias letras árabes descendían por el lateral izquierdo de su cuerpo.

Siguió ascendiendo la mirada mientras más cuerpo se quedaba al aire, pero la visión de su torso y sus hombros, hizo que se sintiera arder por dentro.
Jack exudaba poder por cada poro de su piel. Llevaba tatuado un pequeño brazalete en su brazo derecho y una pequeña cicatriz descendía como una flecha hacia su pecho, sus labios deseaban recorrer el camino de la misma.


Jack tiró la prenda encima de una de las sillas y se quedó mirando fijamente a Silvia. Sus ojos se tornaron de un verde profundo y su boca se puso rígida. La visión de ella, sentada en la mesa, con su mirada vidriosa por el deseo y su respiración entrecortada que agitaba sus pechos en un dulce y tentador vaivén, mientras sus mejillas se sonrojaban ante la visión de su cuerpo, era más de lo que un hombre podía soportar. ¿Era consciente de su poder femenino? ¿Realmente se daba cuenta de lo hermosa que era? Silvia seguía destilando inocencia, esa inocencia que, una vez, conquistó su corazón.
Extendió su brazo para retirarle de la cara un pequeño mechón de pelo que había escapado de su moño. Rozó suavemente su mejilla y retiró las horquillas que sujetaban su pelo en la zona de la nuca que cayó lacio como una cascada de delicioso caramelo hasta sus hombros.
-Silvia- susurró Jack mientras su mirada recorría sus labios y descendían por su cuello.
-Jack, por favor, déjame que desinfecte la herida.
-Grr- tras un pequeño grito de frustración, se giró para que pudiera acceder a su brazo.

Con mucho cuidado desinfectó la herida. Afortunadamente la bala sólo le había rozado y, aunque tras su paso dejó un profundo surco, había seguido su camino. Lentamente limpió los rastros de sangre mientras sentía entre sus manos los músculos tensos de su brazo. Una piel dorada contrastaba con el brazalete tribal que Jack llevaba tatuado. Tras demorarse unos segundas más de lo necesario, preparó una de las vendas que venían en el kit de emergencias y protegió la herida.

-¿Qué significa el tatuaje que llevas en el lateral?- preguntó curiosa mientras terminaba de vendarle la herida.
-Es mi nombre- contestó él sin aclarar toda la verdad. Hacía años que se lo había hecho en una misión en Túnez, pero lo que realmente significaba eran sus nombres entrelazados, aunque no se lo diría, por ahora.

Silvia empezó a retirar sus manos cuando Jack la detuvo.
-No te apartes- pronunció con la voz ronca por el deseo mientras sus ojos se concentraban en la jugosa boca entreabierta de ella.
-Yo...
-No digas nada, todo está dicho entre nosotros. Ahora, sólo déjame actuar y demostrar.

Se acercó más a ella mientras volvía a apartar su pelo de la cara. Deslizó sus manos por su espalda dejando una agradable caricia que le puso la piel de gallina.
Tímidamente al principio, Silvia acercó las palmas de sus manos al pecho de Jack. Se sentía caliente y duro al tacto, pero él le hizo retirar las manos levantándolas por encima de su cabeza mientras arrastraba la camiseta de Silvia para retirarla totalmente.
-¿Nunca pensaste como pudo ser?-preguntó Jack mientras dejaba la camiseta en el suelo y bajaba sus manos por los costados de Silvia.-Yo me lo he preguntado tantas noches, que hace ya tiempo que perdí la cuenta.
-Jack no se si esto es una buena idea
-Shuuu, no pienses nena, sólo actúa, déjate llevar.- contestó mientras deslizaba sus manos hacia las caderas. Sus ojos se tornaron aún más verdes, como dos esmeraldas puras, por la pasión que sentía al tenerla bajo su hechizo. Uno de sus brazos regresó hasta su espalda mientras acariciaba subiendo y bajando lentamente.

La mente de Silvia se transformó en una espesa niebla que no le permitía pensar, sólo sentir cada caricia que Jack transmitía con la yema de sus dedos.
-Eres tan hermosa
Y sin poder resistirse más, bajó la cabeza para encontrarse con los labios de ella dispuestos a dejarle entrar. Sus lenguas se rozaron en una primera tímida caricia que, seguidamente, se convirtió en desesperación por saborearse el uno al otro.


Jack la levantó en brazos mientras profundizaba todavía más el beso con violencia contenida, y la dejó caer suavemente sobre la cama sin dejar de abrazarla en ningún momento.


Silvia no paraba de acariciar cada parte desnuda del cuerpo de Jack, maravillándose de las emociones que estaban despertándose en su interior.
El teléfono de Jack, que se encontraba en el bolsillo de su pantalón empezó a sonar reiteradamente.
-¡Maldición!- gritó mientras lo sacaba del bolsillo-¿Si profesor?- contestó al descolgar.
Silvia aprovechó para volver a dejar sus emociones guardadas en su interior y recuperó la compostura. Había estado a punto de sucumbir a la tentación, pero se decía así misma que no podía permitirse que Jack volviese a entrar en su corazón para pisotearlo de nuevo.

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