Seguir su rastro hasta el centro comercial era algo
demasiado fácil. Notaba en el aire el perfume característico que sintiera junto
al edificio que vigilaba. Ese suave olor le llevaba hasta un local al otro lado
de la entrada, pero retrocedió sobre sus pasos de nuevo al parking. Allí se
perdía la pista. Frustrado caminó en círculos intentando rastrear de nuevo a la
muchacha. Una pequeña ráfaga de suave brisa le puso de nuevo en la pista.
-¡Vamos!-indicó al compañero que se acababa de incorporar a
la búsqueda.
Patty conducía hacia
casa sin poder quitarse de la cabeza al atractivo y enigmático hombre que
acababa de conocer. Casi no compartió conversación con él, pero una simple
mirada consiguió que sus piernas se volviesen de mantequilla. ¿Tal vez debería
pedirle a Alex que me ayudase con él? Pensó mientras giraba en el semáforo sin
prestar atención.
No sabía por qué estaba haciendo aquello. Era estúpido que
una simple mirada le hubiese dejado sin palabras. No era de los que se
ablandaban fácilmente por una mujer, pero en cambio, allí estaba siguiendo a
una desconocida en plena noche sin saber muy bien por qué. Varios coches más
atrás, escondía su moto entre ellos para no ser visto. Divisó como giraba en la
siguiente intersección y aceleró un poco para no quedarse frenado a causa del
semáforo.
-Maldita sea- se dijo cuando estuvo a punto de perderla-¿qué
estoy haciendo?-volvió a preguntarse sin apartar la vista del todoterreno.
El camarero sirvió los platos y Rick volvió a llenar las
copas de vino. Era una sensación tan extraña y placentera escucharla hablar
sobre su vida mientras sus ojos no podían apartar la mirada de esa tentadora
boca que gritaba que la besaran.
Llegaron los postres, una deliciosa porción de tarta de tres
chocolates que Alex no pudo resistir mientras Rick se tensaba en su silla al
ver como saboreaba el pequeño trozo de pastel mientras su lengua se pasaba por
sus labios limpiando cualquier resto delator.
No pudo evitar la tentación de nuevo y llevó su pulgar a la
comisura para quitar una leve mancha de tarta que después llevó a su boca para
saborearlo.
Alex se sonrojó ante la imagen tan seductora que en ella
provocaba.
-¿Quieres que paseemos?-preguntó sin apartar la mirada de
sus ojos mientras hacía una señal al camarero para que trajese la cuenta.
-Me encantaría- no sabía por qué, pero cuando miraba esos
verdes y profundos ojos se perdía completamente en ellos y no era capaz de de
negarle nada.
Se levantó dejando el importe de la cuenta en la mesa y
extendió una mano hacia ella.
-Ven. Sigamos disfrutando de la velada.
Alex se levantó y cogió la mano extendida dejándose guiar
hacia el exterior del restaurante.
La noche era cálida pero un ligero escalofrío recorría el
cuerpo de Alex mientras Rick la llevaba de la mano por el camino que recorría
el campo de golf.
-Eres embriagadora ¿lo sabías?- dijo sin volver la vista a
ella ni dejar de caminar. Pudo sentir el rubor que surgía en sus mejillas y eso
le provocó una traviesa sonrisa que no pudo contener.
Llegó a un pequeño recodo del camino y la acercó hacia su
pecho mientras se deleitaba con el suave perfume de su pelo.
-Hueles a sándalo y ámbar- aspiró con fuerza junto al mechón
que sus dedos atraparon mientras clavaba su mirada ardiente en ella.
Alex sólo quería perderse en esos hombros que la hacían
sentirse segura. Sólo hacía unas horas que conocía a este misterioso hombre,
pero todos los poros de su piel suplicaban por que la tocase. Levantó la cabeza
despacio hacia él, encontrando su mirada clavada en ella.
-Yo…
-Shuuuuu. No digas nada. Alex me fascinas- su mano acarició
dulcemente su mejilla mientras sus labios descendían hacia ella buscando su
contacto.
Nunca había sucumbido tan rápidamente en las redes de ningún
hombre, pero todo su cuerpo seguía suplicando por ese contacto. Sin pensarlo
demasiado para no echarse atrás, cerró los ojos en señal de rendición, esperando
temblorosa el contacto de sus labios.
Rick sonrió al ver como se dejaba llevar y antes de que la
magia se evaporase, depositó un suave beso al que ella respondió abriendo
ligeramente los labios para dejarlo entrar. El deseo se apoderó de él al sentir
su lengua tímida y saborear el dulce aroma a chocolate. La abrazó contra su
pecho y profundizó el beso convirtiéndolo en duro y posesivo.
Alex levantó sus brazos agarrando su cuello y pegó su cuerpo
todo lo que pudo para sentir su masculinidad.
Aquello era tan inesperado. Un hombre así besándola de esa
manera. Rick se retiró un poco cortando el contacto de sus bocas.
-Me vuelves loco- intentó calmar sus instintos apoyando su
frente en la de ella- Si sigues besándome así no seré capaz de parar.
Alex volvió a sonrojarse. No sabía que podía ejercer ese
poder en un hombre como aquél.
Un ruido en el silencio de la noche le hizo salir del trance
y ponerse en guardia. Algo había perturbado el fluir de la energía. Tenía que
sacar a Alex de aquí lo antes posible.
-¿Qué pasa?-preguntó ella al ver el cambio de actitud de su
acompañante.
-Te lo explicaré más tarde. Ven, vayamos a tomar una copa a
algún lugar- cogió su mano y la guió por el camino de regreso al aparcamiento.
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