domingo, 5 de agosto de 2012

El Secreto del Papiro (Capítulo 7 parte III)


Las noticias del viejo profesor no eran muy buenas. Tras su salida precipitada de la ciudad no habían tenido tiempo de avisarle sobre su amistoso encuentro en el hotel, no obstante, volvían a saber de ellos. Al salir esa tarde de la universidad había tropezado con dos hombres que andaban merodeando por el campus, por eso había llamado a Jack. Tras su conversación telefónica en la que pudo explicar al profesor la situación, éste decidió trabajar unos días desde su casa para despistarlos.


Salieron temprano del hotel. El sol empezaba a desplegar sus cálidos rayos bañando con su luz los campos verdes que serpenteaban junto a la carretera. Pararon a llenar el depósito del coche y comprar un par de cafés y unos bollos para desayunar mientras seguían su ruta. Querían llegar lo antes posible pues el viaje, en el que ambos mantenían un completo silencio, empezaba a hacerse insoportable. Ninguno de los dos realizó comentario alguno sobre la pasada noche y Jack, además, no consiguió descansar en el duro sofá donde terminó durmiendo. Sabía que no debía forzar las cosas, pero su sola presencia bastaba para disparar sus instintos más primitivos.


-¿Vas a terminarte ese bollo?-preguntó de forma indiferente esperando romper el odioso hielo que se había instalado sobre ellos.
-Si lo quieres puedes comértelo- contestó Silvia algo distraída.
-Nena, si pudiera escoger preferiría un bocado más dulce y apetitoso- contestó sin apartar los ojos de la carretera mientras una seductora sonrisa se instalaba en sus labios.
  
Silvia no supo que contestar. No había esperado que Jack se recuperara tan pronto de su pequeña derrota, pero en el fondo deseaba que él volviese a la carga. No podía negar las intensas emociones que su cuerpo había revelado en ese hotel. El deseo que aún seguía sintiendo y que le costaba ocultar, pues parecía que su cuerpo había cobrado vida y ya no respondía nada más que a la voz de Jack y no podía asegurar el tiempo que sería capaz de resistirse a sus encantos.

-¿Hemos llegado?- preguntó al darse cuenta que el coche se detenía.
-Si princesa. Seguiremos a pie para disfrutar del paisaje. Se supone que somos turistas de paso y cuanto menos llamemos la atención mejor.
-Está bien, vamos- contestó cuando Jack abrió su puerta para que bajase del coche.
-Por cierto nena. El juego no ha hecho más que empezar y te aseguro que pienso obtener el primer premio-susurró junto a su oído mientras palmeaba su trasero.
Silvia se volvió para replicar pero Jack esbozó una amplia sonrisa y contestó entre dientes.
-Cariño, somos turistas de luna de miel, sonríe.

De mala gana, agarró su mochila del asiento trasero y se puso en camino detrás de Jack. Este hombre podía ser de lo más insoportable, pensó mientras le alcanzaba.

El lugar era mágico por si mismo. algunos turistas habían aprovechado la primera hora de la mañana para visitar las ruinas, pero no estaba especialmente masificado en esos momentos.

Aprovecharon para pasear distraídamente y así pasar inadvertidos mientras observaban a su alrededor intentando encontrar una pista.


-Me encanta este lugar. No pensé en la posibilidad de poder visitarlo algún día- comentó Silvia en voz alta.
-Circulan muchas historias llenas de misterio a su alrededor. Su construcción data del año 2800 a.C según el carbono catorce.
-¿Si? Es impresionante que una antigua cultura pudiese construir algo así y me imagino que tendría su función concreta. El problema es como vamos a hacer para dar con lo que estamos buscando.-extendió los brazos abarcando el enorme complejo.
-Acerquémonos a esa zona de ahí, parece que está libre de turistas y podemos sentarnos para echar un vistazo al pergamino. Si alguien observa desde lejos parecerá que estamos descansando mientras ojeamos algún mapa de la zona. Sacaré la cámara para hacer algunas fotos, eso también ayudará en nuestra coartada.- respondió Jack.
-Estupendo amorcito. Una fotito para recuerdo de nuestra luna de miel ¿no?- contestó Silvia sarcásticamente.
-Nena, no me tientes por esa vía o lo que conseguirás será otro tipo de recuerdo. De hecho, se me ocurren unas cuantas ideas al respecto mucho más interesantes que una foto de enamorados.- contestó con una carcajada mientras pasaba su brazo por los hombros de Silvia y la conducía hacia el pequeño montículo.
-Ni en tus mejores sueños cielo.- fueron sus últimas palabras.

Se sentaron y dejaron sus mochilas a los pies mientras Silvia sacaba de la suya el pergamino. Jack tenía la cámara en sus manos y realizaba algunas fotos aquí y allá de forma distraída.

-No se que buscamos ¿qué se podría esconder aquí? Sería necesario mover cualquiera de estas piedras y eso es imposible.- Comentó Silvia mientras estudiaba el pergamino.
-Tiene que haber algo más que estemos pasando por alto.- Contestó Jack.
-Lo se, pero la única pista que nos da es sigue la luz. No se me ocurre que puede significar.

Un grupo de turistas descendio del autocar que acababa de estacionar en el parking cercano al complejo y se dirigía hacia ellos. Jack aprovechó la ocasión para depositar un beso en la mejilla de Silvia y agarrar una de sus manos de forma cariñosa.

-¿Qué estás haciendo?- preguntó ella al ver su comportamiento.
-Relájate nena. Si estuviese pensando en hacerte el amor te aseguro que no lo haría delante de cincuenta turistas cargados con cámaras- contestó mientras irrumpía en una gran carcajada al ver el rubor de sus mejillas- sólo intento disimular y no llamar la atención ¿Sabes que en la edad media existía la creencia de que Stonehenge era un círculo de gigantes petrificados? Por eso se le empezó a conocer como la “danza de los gigantes”, pero al pueblo sajón les recordaba a las vigas en las que se colgaban a los criminales y por ello empezaron a llamarlo por su nombre actual que significa la horca de piedra o la piedra del colgado.- Le explicaba Jack mientras los turistas pasaban a su alrededor. Con uno de sus brazos cubría los hombros de Silvia. Tras una breve pausa siguió explicándole más acerca del lugar donde se encontraban.

-El caso es que todas las conjeturas fueron desechadas cuando en 1901 el astrónomo Norman Lockyer realizó su primer estudio al descubrir que una persona que se situase al pie de la piedra del altar y dirigiendo su vista hacia la piedra talón que es aquella de allí,- señaló brevemente con el dedo índice- podía observar el sitio por donde sale el sol durante el solsticio de verano y estudios posteriores corroboraron que era una especie de templo del sol y de la luna, ya que también indica las posiciones de ésta tanto en el solsticio de verano como en el de invierno.

-Parece que los antiguos han sido más sabios de lo que la mayoría de la gente cree.- Contestó Silvia.
-Si señorita. No tendrían nuestros avances tecnológicos, pero su sabiduría era superior si te pones a analizarlo, puesto que nosotros nos valemos de muchos aparatos tecnológicos que ellos no necesitaban para realizar sus estudios.
-¡Un momento, lo tengo!- gritó ella casi de improviso.
-¿Qué?- preguntó sorprendido ante la radiante sonrisa de Silvia.
-Tú acabas de facilitarme la idea. No estoy segura de que pueda funcionar pero no perdemos nada en intentarlo ¿Qué día es hoy?
-Veinte de junio ¿Qué tiene eso que ver con tu intuición?
-El pergamino indica claramente que sigamos la luz, pero ¿qué luz? Si como tú has dicho, este complejo era una especie de reloj astronómico y señala la salida del sol en el solsticio de verano, ¿no podría referirse a esa luz en concreto?
-¿Estás diciendo que la luz del solsticio es la que nos puede indicar la ubicación de aquello que buscamos?- Preguntó Jack.
-Es una teoría pero por probar no perdemos nada, además, mañana es el gran día, veintiuno de junio ¿no?
-Me encanta cuando esa cabecita se pone a pensar. Está bien. Podemos irnos por hoy, mañana nos tocará madrugar.

Se levantaron de su ubicación y pasearon durante un rato más por el complejo. Tras regresar al coche pusieron rumbo al hotel donde habían reservado habitación. Como era pronto, dejaron sus mochilas y bajaron a comer algo.

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