Las noticias del viejo profesor no eran muy buenas. Tras su salida precipitada de la ciudad no habían
tenido tiempo de avisarle sobre su amistoso encuentro en el hotel, no obstante,
volvían a saber de ellos. Al salir esa tarde de la universidad había tropezado
con dos hombres que andaban merodeando por el campus, por eso había llamado a
Jack. Tras su conversación telefónica en la que pudo explicar al profesor la
situación, éste decidió trabajar unos días desde su casa para despistarlos.
Salieron temprano del hotel.
El sol empezaba a desplegar sus cálidos rayos bañando con su luz los campos
verdes que serpenteaban junto a la carretera. Pararon a llenar el depósito del
coche y comprar un par de cafés y unos bollos para desayunar mientras seguían
su ruta. Querían llegar lo antes posible pues el viaje, en el que ambos
mantenían un completo silencio, empezaba a hacerse insoportable. Ninguno de los
dos realizó comentario alguno sobre la pasada noche y Jack, además, no
consiguió descansar en el duro sofá donde terminó durmiendo. Sabía que
no debía forzar las cosas, pero su sola presencia bastaba para disparar sus
instintos más primitivos.
-¿Vas a terminarte ese
bollo?-preguntó de forma indiferente esperando romper el odioso hielo que se
había instalado sobre ellos.
-Si lo quieres puedes
comértelo- contestó Silvia algo distraída.
-Nena, si pudiera escoger
preferiría un bocado más dulce y apetitoso- contestó sin apartar los ojos de la
carretera mientras una seductora sonrisa se instalaba en sus labios.
Silvia no supo que
contestar. No había esperado que Jack se recuperara tan pronto de su pequeña
derrota, pero en el fondo deseaba que él volviese a la carga. No podía negar
las intensas emociones que su cuerpo había revelado en ese hotel. El deseo que
aún seguía sintiendo y que le costaba ocultar, pues parecía que su cuerpo había
cobrado vida y ya no respondía nada más que a la voz de Jack y no podía
asegurar el tiempo que sería capaz de resistirse a sus encantos.
-¿Hemos llegado?- preguntó
al darse cuenta que el coche se detenía.
-Si princesa. Seguiremos a
pie para disfrutar del paisaje. Se supone que somos turistas de paso y cuanto
menos llamemos la atención mejor.
-Está bien, vamos- contestó
cuando Jack abrió su puerta para que bajase del coche.
-Por cierto nena. El juego
no ha hecho más que empezar y te aseguro que pienso obtener el primer
premio-susurró junto a su oído mientras palmeaba su trasero.
Silvia se volvió para
replicar pero Jack esbozó una amplia sonrisa y contestó entre dientes.
-Cariño, somos turistas de
luna de miel, sonríe.
De mala gana, agarró su
mochila del asiento trasero y se puso en camino detrás de Jack. Este hombre
podía ser de lo más insoportable, pensó mientras le alcanzaba.
El lugar era mágico por si
mismo. algunos turistas habían aprovechado la primera hora de la mañana para
visitar las ruinas, pero no estaba especialmente masificado en esos momentos.
Aprovecharon para pasear
distraídamente y así pasar inadvertidos mientras observaban a su alrededor
intentando encontrar una pista.
-Me encanta este lugar. No
pensé en la posibilidad de poder visitarlo algún día- comentó Silvia en voz
alta.
-Circulan muchas historias
llenas de misterio a su alrededor. Su construcción data del año 2800 a .C según el carbono
catorce.
-¿Si? Es impresionante que
una antigua cultura pudiese construir algo así y me imagino que tendría su
función concreta. El problema es como vamos a hacer para dar con lo que estamos
buscando.-extendió los brazos abarcando el enorme complejo.
-Acerquémonos a esa zona de
ahí, parece que está libre de turistas y podemos sentarnos para echar un
vistazo al pergamino. Si alguien observa desde lejos parecerá que estamos
descansando mientras ojeamos algún mapa de la zona. Sacaré la cámara para hacer
algunas fotos, eso también ayudará en nuestra coartada.- respondió Jack.
-Estupendo amorcito. Una
fotito para recuerdo de nuestra luna de miel ¿no?- contestó Silvia
sarcásticamente.
-Nena, no me tientes por esa
vía o lo que conseguirás será otro tipo de recuerdo. De hecho, se me ocurren
unas cuantas ideas al respecto mucho más interesantes que una foto de
enamorados.- contestó con una carcajada mientras pasaba su brazo por los
hombros de Silvia y la conducía hacia el pequeño montículo.
-Ni en tus mejores sueños
cielo.- fueron sus últimas palabras.
Se sentaron y dejaron sus
mochilas a los pies mientras Silvia sacaba de la suya el pergamino. Jack tenía
la cámara en sus manos y realizaba algunas fotos aquí y allá de forma
distraída.
-No se que buscamos ¿qué se
podría esconder aquí? Sería necesario mover cualquiera de estas piedras y eso
es imposible.- Comentó Silvia mientras estudiaba el pergamino.
-Tiene que haber algo más
que estemos pasando por alto.- Contestó Jack.
-Lo se, pero la única pista
que nos da es sigue la luz. No se me ocurre que puede significar.
Un grupo de turistas
descendio del autocar que acababa de estacionar en el parking cercano al
complejo y se dirigía hacia ellos. Jack aprovechó la ocasión para depositar un
beso en la mejilla de Silvia y agarrar una de sus manos de forma cariñosa.
-¿Qué estás haciendo?-
preguntó ella al ver su comportamiento.
-Relájate nena. Si estuviese
pensando en hacerte el amor te aseguro que no lo haría delante de cincuenta
turistas cargados con cámaras- contestó mientras irrumpía en una gran carcajada
al ver el rubor de sus mejillas- sólo intento disimular y no llamar la atención
¿Sabes que en la edad media existía la creencia de que Stonehenge era un
círculo de gigantes petrificados? Por eso se le empezó a conocer como la “danza
de los gigantes”, pero al pueblo sajón les recordaba a las vigas en las que se
colgaban a los criminales y por ello empezaron a llamarlo por su nombre actual
que significa la horca de piedra o la piedra del colgado.- Le explicaba Jack
mientras los turistas pasaban a su alrededor. Con uno de sus brazos cubría los
hombros de Silvia. Tras una breve pausa siguió explicándole más acerca del
lugar donde se encontraban.
-El caso es que todas las
conjeturas fueron desechadas cuando en 1901 el astrónomo Norman Lockyer realizó
su primer estudio al descubrir que una persona que se situase al pie de la
piedra del altar y dirigiendo su vista hacia la piedra talón que es aquella de
allí,- señaló brevemente con el dedo índice- podía observar el sitio por donde
sale el sol durante el solsticio de verano y estudios posteriores corroboraron
que era una especie de templo del sol y de la luna, ya que también indica las
posiciones de ésta tanto en el solsticio de verano como en el de invierno.
-Parece que los antiguos han
sido más sabios de lo que la mayoría de la gente cree.- Contestó Silvia.
-Si señorita. No tendrían
nuestros avances tecnológicos, pero su sabiduría era superior si te pones a
analizarlo, puesto que nosotros nos valemos de muchos aparatos tecnológicos que
ellos no necesitaban para realizar sus estudios.
-¡Un momento, lo tengo!-
gritó ella casi de improviso.
-¿Qué?- preguntó sorprendido
ante la radiante sonrisa de Silvia.
-Tú acabas de facilitarme la
idea. No estoy segura de que pueda funcionar pero no perdemos nada en
intentarlo ¿Qué día es hoy?
-Veinte de junio ¿Qué tiene
eso que ver con tu intuición?
-El pergamino indica
claramente que sigamos la luz, pero ¿qué luz? Si como tú has dicho, este
complejo era una especie de reloj astronómico y señala la salida del sol en el
solsticio de verano, ¿no podría referirse a esa luz en concreto?
-¿Estás diciendo que la luz
del solsticio es la que nos puede indicar la ubicación de aquello que
buscamos?- Preguntó Jack.
-Es una teoría pero por
probar no perdemos nada, además, mañana es el gran día, veintiuno de junio ¿no?
-Me encanta cuando esa
cabecita se pone a pensar. Está bien. Podemos irnos por hoy, mañana nos tocará
madrugar.
Se levantaron de su
ubicación y pasearon durante un rato más por el complejo. Tras regresar al
coche pusieron rumbo al hotel donde habían reservado habitación. Como era
pronto, dejaron sus mochilas y bajaron a comer algo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario