martes, 26 de junio de 2012

El Secreto del Papiro Capítulo 4 Parte I


Tras la sesión fotográfica decidieron cenar en el hotel de Silvia.

-¿Por qué te fuiste?- era la pregunta que había estado rondando en su cabeza desde el momento que se encontró con él en el pasillo de la universidad.
-Silvia, te di la oportunidad de que me acompañaras, pero no quisiste. Tal vez sería yo el que debería preguntarte ¿por qué me dejaste marchar?
-Tú y siempre tú. Ese fue el problema Jack. Nunca pensaste en lo que yo quería. Para ti solo existía lo que Jack quería o deseaba.
-Eso no es cierto.
-Si lo es. Sabías cuales eran mis sueños y nunca me apoyaste ¿Tan malo hubiese sido quedarte conmigo? ¿Echar raíces por una vez en tu vida y vivir sencillamente?- los ojos de Silvia se llenaron de lágrimas.
-No es tan fácil y lo sabes. Yo también tenía mis sueños. Fénix me asfixiaba. No era suficiente para mi y lo sabes. No podía soportarlo, pero te juro una cosa, habría dado mi vida porque tú me acompañaras.


-Pues lo disimulaste muy bien. Aquella noche no quisiste escucharme. Tú mismo me alejaste de ti ¿Acaso no lo recuerdas? Nunca volví a saber de ti, ni una carta, ni una llamada…
-Mi vida no fue fácil. Se perfectamente lo que pasó esa noche y me he arrepentido por ello una y otra vez. Miles de veces desee volver a buscarte pero no dejaba de dar tumbos de un lado a otro, y se que tú no deseabas esa clase de vida. Me fui acobardando. Cuando conocí al profesor y me asenté, quise llamarte, encontrarte, pero me dijeron que te habías ido a estudiar fuera y no busqué más. Lo siento Silvia, pero te aseguro que nunca dejé de quererte.

Alargó su brazo hasta juntar sus manos en la pequeña mesa y tras mirar a sus ojos durante unos segundos, agachó la cabeza y depositó un dulce beso sobre sus nudillos. Silvia no sabía que decir ante la declaración de Jack.

-Es tarde. Mañana pasaré a por ti a primera hora. Será mejor que descanses.
Y tras sus palabras pidió la cuenta al camarero y acompañó a su invitada hasta su habitación. Depositó un tierno beso en la mejilla, se despidió de ella y abandonó el hotel.


Silvia no conseguía conciliar el sueño. Demasiados acontecimientos en un solo día, y demasiados en una semana,  pero reconocía que las últimas horas habían sido agradables y eso le asustaba.

CAPÍTULO 4

Habían buscado por todas partes pero no consiguieron dar con el manuscrito y sabían muy bien que estaba en su poder cuando murió. Lucien no iba a estar satisfecho con las noticias que portaban.

-¡Estúpidos! se suponía que conseguiríais la información antes de terminar el trabajo.-  gritó su jefe al escuchar las noticias que traían.
-Señor, habíamos estado siguiendo cada uno de sus movimientos día y noche. Nunca lo sacó del museo.
-Pues está claro que no fue así ¿Habéis investigado a sus amigos y familiares?
-Si, pero sólo se relacionaba con una compañera de universidad. Quedaban los jueves para verse y pasar la velada juntas.
-Quiero saber todo de ella, donde trabaja, horarios, lugares que frecuenta, todo.
-Así se hará. Uno de mis hombres empezará ahora mismo. Le informaré esta misma noche.
-Eso espero. Y no la cagues esta vez.


Jack estaba puntual a recogerla. El profesor había tenido noticias y estaba deseando verles a ambos. No sabía si serían alentadoras o catastróficas, pero se estaba impacientando ante el retraso de Silvia.
-¡Ya estás aquí!- saludó cuando ella se acercaba a la entrada del hotel.
-Disculpa, anoche no pude conciliar el sueño muy bien y reconozco que se me han pegado algo las sábanas.
-No te preocupes. Vamos con tiempo ¿Has desayunado?
-Si. Tomé un café y unas tostadas en la habitación. No quería perder el tiempo en la cafetería y llamé al servicio de habitaciones.
-Estupendo, entonces vamos- respondió él.

El tráfico era espeso todavía a esas horas y les costó más tiempo del que pensaban llegar hasta la universidad. Era uno de esos raros días soleados y los estudiantes deambulaban por el campus aprovechando los escasos rayos  del sol que inundaban de brillo todo aquello que tocaban. Algunos charlaban alegremente sentados en el césped mientras devoraban su almuerzo. Junto al campo de fútbol, varias animadoras ensayaban sus complicados bailes y cantaban al unísono.

Otros se dirigían a sus clases, mientras los más rezagados salían de la cafetería y se sentaban sobre la hierba en algún lugar de la pradera que rodeaba el edificio principal sin ánimo para estudiar. La brisa era suave y agradable, un grupo de estudiantes pertenecientes al equipo de fútbol pasó junto a ellos mientras las risas de varias chicas llegaban a los oídos de Silvia.

Una imagen vino a su mente, el instituto, dos adolescentes en la parte de atrás del gimnasio prometiéndose que nunca se separarían.
-Silvia ¿Estás bien?- preguntó Jack al ver que ella dejaba de caminar.
-Si perdona- contestó volviendo al mundo real.

Siguieron su camino hacia el despacho del profesor que ya les esperaba.

-Ya estáis aquí- saludó a los recién llegados- Jack, como te dije por teléfono, tengo noticias sobre el manuscrito.
-No me habías dicho nada- susurró Silvia a su compañero.
-Disculpa, pero prefería que fuese él quien te lo contase.
-Muy bien chicos. Sentaos y os pondré al corriente.

Jack dejó la silla delante del escritorio a Silvia y acercó una de las que se encontraban cerca de la pared.
-Bien. Hemos realizado la prueba del carbono 14 y varios análisis más. El manuscrito es auténtico. No hay duda de su antigüedad, pero lo que no conseguimos encajar en este rompecabezas es su contenido.
-¿Por qué?- preguntó Silvia ante la revelación del profesor.
-Verás. Lo que describe aquí es una especie de máquina, algo impensable en esa época, algo que, si realmente es correcto, cambiaría la historia y me refiero a ello literalmente.
-¿cómo?- preguntaron ambos a la vez.
-Si su construcción es posible, podría transcribir todo lo que actualmente conocemos, cambiar el curso de la historia con lo que eso supondría. Deberíamos destruirlo pero yo no soy capaz de hacerlo mi niña. El arqueólogo que vive dentro de mi no puede destruir una pieza así. Tú deberás tomar la decisión.
-¿Yo? No se si podría hacerlo. Esto es demasiado para mi.
-Lo comprendo, pero no puede caer en malas manos. Piensa que Lis murió por ello y seguramente tú, a estas alturas, también te encuentres en peligro. Tómate tu tiempo para decidir, pero piensa que, hagas lo que hagas, ellos te buscarán.
-Profesor ¿Nos está diciendo que este manuscrito debe ser destruido porque algo o alguien muy poderoso lo desea y, que haga lo que haga Silvia estará en peligro continuamente?
-Me temo que si.

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