jueves, 21 de junio de 2012

La Marca de Horus (Capítulo 1 parte I)



Alex se despertó en el silencio de la noche. Miró a su alrededor desconcertada hasta que consiguió orientarse de nuevo en la oscuridad. Buscó a tientas el interruptor de su lamparita de noche y, tras encender la luz, consiguió calmarse lentamente.

Era la quinta vez en esta semana que tenía el mismo sueño, y aunque cuando despertaba no conseguía recordar todos los detalles, siempre abría los ojos angustiada y desubicada, como esperando aparecer en otro sitio que no fuese su cuarto. Al principio no le había dado importancia, pero en el último mes se había convertido en un sueño habitual y empezaba a preocuparse.

Bebió un poco de agua de la botella que tenía en la mesilla e intentó volver a conciliar el sueño, aunque sabía que sería difícil dormir de nuevo. El calor se había vuelto sofocante desde hacía varios días. El verano se esperaba seco y caluroso, más caluroso de lo habitual.

Una suave brisa se coló por la ventana de su apartamento refrescando un poco la alta temperatura del cuarto. Alex se relajó en la cama quedándose poco a poco dormida. Unos ojos verdes vigilaban su descanso.


El despertador sonó, como cada mañana, a las ocho. La noche anterior había olvidado desconectarlo. Alex se desperezó suavemente mientras apagaba el incómodo sonido que provenía de la mesilla. No era necesario que se levantase tan temprano, pero el calor que había sufrido durante la noche le hizo sentir la necesidad urgente de darse una buena ducha. Se levantó de la cama y se acercó a la ventana para subir la persiana y permitir que los rayos del sol iluminaran la habitación. Tenía el pequeño camisón de raso blanco empapado en sudor. Con un rápido gesto se lo quitó y se dirigió al baño dispuesta a darse esa ducha fresca que tanto necesitaba.
Abrió el grifo y se precipitó bajo el agua mientras rememoraba en su cabeza las imágenes constantes de su sueño. Arena, kilómetros y kilómetros de arena la rodeaban mientras una sombra se cernía sobre ella. Esa era la tónica principal de su repetitivo sueño, aunque en estos últimos días sabía que habían empezado a aparecer nuevos elementos. Un templo y unos ojos suplicantes. Nada tenía sentido.

Tras disfrutar de la ducha se vistió con unos vaqueros ajustados y una camiseta blanca. Se calzó sus zapatillas convers moradas y se recogió el pelo en una cola de caballo. Un pequeño mechón se escapó de su larga cabellera color chocolate por lo que volvió a ajustar el coletero y salió de la habitación hacia la cocina.

Era sábado y tenía todo el día libre, por lo que se prepararía un buen desayuno y aprovecharía para hacer unas compras en el centro comercial.

Seguía teniendo esa sensación que llevaba varios días acompañándola. Era extraño, nunca había sido asustadiza, pero sentía que alguien la observaba. Se preparó un zumo de naranja natural y metió dos tostadas en la tostadora mientras la cafetera terminaba de hacer el café.

Apenas eran las diez de la mañana y el calor ya era insoportable. Terminó de desayunar y recogió el plato y la taza que había utilizado cuando sonó el teléfono.


-¿Dígame?- preguntó al descolgar.
-Buenos días. ¿No te habré despertado verdad?- preguntó una voz femenina al otro lado de la línea telefónica.
-No. Llevo un rato despierta. Incluso desayuné y todo- contestó Alex- Por cierto, ¿Qué hará la señorita Amanda levantada un sábado a esta hora?- preguntó a su mejor amiga.
-Pues que Will se fue pronto al entrenamiento y no podía dormir. ¿Te apetece que pase a buscarte y nos vayamos de compras?
Alex no pudo contener la risa. Hacía varios años que conocía a Amanda. Coincidieron juntas en el anterior trabajo de Alex y, desde entonces, se habían hecho inseparables. Si había una cosa en especial por la que su amiga dejase de hacer cualquier cosa, esa era ir de compras.
-Está bien. Pensaba ir al centro comercial de todas formas, así que si es con tu compañía pues mejor que mejor- contestó Alex con la sonrisa aún en los labios.
-¡Estupendo! Te paso a recoger en media hora ¿te parece?
-Vale. Estaré lista- y tras despedirse finalizó la llamada.

Alex volvió al cuarto de baño para lavarse los dientes mientras iba pensando en su buena amiga. Cuantos momentos buenos y no tan buenos habían compartido pero Amanda siempre tuvo una sonrisa en los labios. Bueno, no siempre. Todavía recordaba las lágrimas que su amiga había derramado por amor. Pero todo eso pasó y le encantaba verla ahora feliz y enamorada. Will había aparecido de la forma menos inesperada en la vida de Amanda, pero había decidido hacerla feliz y desde hacía dos años compartían piso y vida.

Alex disfrutaba con la compañía de su amiga y su novio, aunque en el fondo añoraba tener algo parecido. Amanda siempre le decía lo mismo, “ya verás como cuando menos te lo esperes aparecerá alguien en tu vida”, pero Alex no tenía ganas de volver a enamorarse y más después de la última relación que había mantenido. No quería aumentar la lista de fracasos de su vida amorosa.

Un claxon sonó junto a su ventana. Cogió su bolso, las gafas de sol y cerró la puerta tras ella. Cuando salió a la calle un pequeño Peugeot rojo descapotable la esperaba junto al portal.

-Buenos días- gritaba una jovencita de piel clara sentada al volante. Aunque era rubia, Amanda había decidido cambiar de look hacía unos meses y se había teñido el pelo de color chocolate parecido al de su amiga.
-Buenos días- contestó Alex mientras subía al auto y saludaba a su amiga con dos besos.
Aceleró suavemente y recorrió las calles hacia su lugar favorito.

Como todos los fines de semana, el centro comercial se encontraba masificado de gente realizando compras o tomando un café.
 Amanda y Alex paseaban mientras miraban los escaparates y charlaban amistosamente.

-Alex. Se que todavía está reciente lo de Lewis pero no me gusta verte triste- le dijo su amiga mientras se sentaba en una de las terrazas ubicadas en la planta alta del centro comercial.
-No te preocupes. Estoy bien- contestó después de pedirle al camarero un par de cafés con leche- otro fracaso más para la cuenta y listo.

Amanda miró con dulzura a su amiga mientras removía lentamente el café.

-Por cierto. He hablado con las chicas- comentó en voz alta mientras sonreía- esta noche tenemos cena en mi casa- y sin dejar de sonreír se llevó la taza a los labios guiñándole un ojo a su amiga.
-¿Qué te traes entre manos?
-¡Nada! Lo prometo, sólo que saben que estabas de bajón y han querido organizar una noche de chicas, así podremos criticar a los hombres todo lo que haga falta.

La verdad que el plan sonaba bien. Era bueno saber que cuando las necesitabas ahí se encontraban sus cinco amigas dispuestas a levantarle la moral. No sabía como lo hacían porque cada una tenía su historia personal.

Annie acababa de divorciarse después de sufrir en silencio durante mucho tiempo y aunque lo último que se le pasaba por la cabeza era volver a enamorarse… un flechazo la asaltó de improviso convirtiéndose de la noche a la mañana en la cuñada de Patty.

Alex y Patty habían organizado una velada para que Annie conociese a su hermano y, sin pensar en que sería posible, ahí estaban, juntos y felices.

Patty era una de las tres solteras junto a Alex. Una morenita de ojos verdes y sonrisa dulce que tampoco había tenido suerte en el amor. Aunque siempre decía que acababa de independizarse y no tenía ganas de iniciar ninguna relación, en el fondo todas sabían que había noches que odiaba encontrar vacío el otro lado del sofá.

Nancy si lo decía abiertamente y a voz en grito si la dejaban. Había tenido varias relaciones, pero como sus amigas le comentaban, se había vuelto demasiado exigente y ninguno de sus pretendientes cumplía con la amplia lista de aptitudes que su futuro novio debería reunir.

Por último estaba Lucy, hermana de Annie y felizmente comprometida con Joe y aunque últimamente no la veían mucho, siempre estaba cuando se la necesitaba.

-Está bien. Iré-respondió Alex a su amiga mientras se terminaba el café- pero yo llevaré el vino.
-Estupendo. Eso sí, que sea Lambrusco, ya sabes que Nancy no bebe otra cosa.
-Lo recuerdo bien. Además llevaré unas cuantas pues me da que será una noche muy larga.

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