jueves, 21 de junio de 2012

La Marca de Horus (Capítulo 2 parte II)


Las calles se encontraban atestadas de gente paseando a esas horas de la noche. El sol había caído y la temperatura, a pesar de que seguía siendo alta, era más soportable.
Rick y Silver habían aparcado junto al parque que estaba ubicado al final de la calle de la casa de Amanda. Desde allí podían divisar sin problema el pequeño adosado en el que Alex se encontraba esa noche.

-¿Cómo vas a hacer para llegar hasta ella Rick?- preguntó su compañero mientras se encendía un cigarrillo.
-Que estúpida manía has cogido ahora con el tabaco.
-La verdad que he encontrado una pequeña fuente de placer y como no puede hacerme ningún daño. Ya sabes que siempre estoy recopilando información- respondió su amigo mientras le daba una profunda calada a su cigarrillo y miraba a Rick con cara de autosuficiencia- Sigo esperando tu respuesta- terminó de decir mientras expulsaba el humo con gran deleite.
-La verdad que no se- contestó a la pregunta de su amigo- Estoy confuso
-¿El gran Rick confuso? Eso si que es una novedad- dijo mientras soltaba un par de carcajadas ante la atónita mirada de su amigo.
-No te pases o tendré que matarte- contestó con cara de pocos amigos.
-Vamos Rick. No todos tenemos la suerte de poder encontrar a nuestra compañera. Deja que al menos disfrute un poco con tu nuevo sentimiento.


Rick volvió la mirada antes de que su amigo pudiese decir algo más que lo incomodase. Sabía perfectamente lo duro que era seguir adelante solo. La maldición de Set siglos atrás había sido devastadora, pero si él había conseguido encontrarla, tal vez los demás lo conseguirían también, por lo que dejó que Silver hiciese las bromas que se le antojasen.

La calle se encontraba sumida en un silencio absoluto. Sólo una pareja dirigía sus pasos a uno de los chalets de la pequeña urbanización que se encontraban vigilando.

Presentía que alguno de los esbirros de su tío se encontraba por allí. ¿Habrían descubierto sus intenciones? Esperaba que sólo le hubiesen rastreado sin percatarse de la existencia de Alex. Una cosa era llegar y poner su vida patas arriba y otra muy distinta no darle algo de tiempo para asumir la situación.

No se había equivocado. La sombra de una enorme serpiente reptaba hacia ellos escupiendo pequeñas sombras que iban poco a poco tomando forma.

-Creo que va a ser una noche movidita. ¿No crees?- preguntó Silver cuando el primer mesniu levantó su daga dispuesto a clavarla en la espalda de Rick. Apofis había conseguido reclutar todo un ejército de humanos a su servicio y sin más voluntad que la suya usando la magia negra.
Los mesniu eran fuertes luchadores que no se detenían hasta haber conseguido la victoria o morir. En su sangre fluía el veneno de la serpiente y eso les dotaba de gran resistencia.

-Me temo que si- contestó su amigo mientras se volvía y cortaba en dos al hombre que intentaba apuñalarle por la espalda.- ¡Tus secuaces son cada vez más previsibles Apofis!- gritó esperando que la serpiente de las sombras saliese de su escondite- Son como su amo, rastreros y falsos- terminó de decir mientras luchaba con tres más que habían surgido de la nada.

Tras dejar durante unos minutos que su amigo disfrutase con la lucha cuerpo a cuerpo, Silver entró también en acción, deshaciéndose en cuestión de segundos, de las otras tres marionetas del dios del caos que se habían unido al grupo.

Apofis no había tenido intención de entrar en una encarnizada batalla que sabía perdería. El gran momento que su señor estaba organizando pronto llegaría y había que reservas todas las fuerzas posibles para ello. Sólo quería dejar claro que sabía dónde estaba y que seguía sus pasos para averiguar que se traía entre manos. Cuando sintió movimiento de humanos al final de la calle, desapareció tal y como había llegado.

La mano de Rick empezó a latir emitiendo una quemazón que le hizo soltar su daga. Tras levantar la vista entendió el motivo de esto. Una dulce morenita cruzaba la calle junto a una de sus amigas mientras charlaban amigablemente.

-¿Dónde coño va a estas horas?- dijo sin poder apartar la mirada de ella y sin parar de resoplar.
-¿No crees que te estás pasando un poco?- respondió su amigo sin poder evitar sonreír ante el nuevo sentimiento de protección que se había despertado en él.- Me parece que es un poco mayorcita para no poder salir por la noche y, si te fijas, creo que sólo se dirige a la tienda de enfrente.
-Llevas razón.- contestó Rick mientras se pasaba una mano por su pelo- Dada la situación actual se me había olvidado que no es consciente del peligro que corre.
-Creo que deberías guardarte la parte de tu personalidad de amo y señor de todas las cosas si quieres conquistarla. Recuerda que ahora estamos en el siglo XXI- contestó su amigo.

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