Esa mañana Alex no tuvo ninguna prisa en levantarse. La
noche anterior llegó a casa más tarde de lo que pensaba así que apagó
el despertador cuando sonó la alarma y siguió durmiendo un rato más. El
teléfono móvil empezó a emitir una repetitiva melodía despertándola de un apacible sueño.
-¿Si?-preguntó medio dormida mientras miraba el reloj de la
mesilla.
-¿Todavía estás durmiendo?-preguntó una dulce voz al otro
lado de la línea- Ya son las once de la mañana.
-Patty anoche nos acostamos tarde, ¿qué más da a que hora me
levante hoy?
-¿¡Cómo que qué más da?! Esta noche es tu cita y tienes que
estar estupenda así que me pasaré luego por tu casa para echarte una mano.
Alex se llevó las manos a la cabeza, sólo iba a salir a
cenar con un hombre; bueno un fuerte, apuesto y sexy hombre, pero no era para
que sus amigas montaran todo un espectáculo por esto.
-Está bien. Si te hace ilusión-dijo con voz cansada- Te veré
aquí a las seis ¿te parece bien?
-Perfecto. Allí estaré.
Se desperezó y se levantó de la cama dispuesta a darse una
ducha. Hoy pensaba pasar el día en casa tranquilamente hasta la hora de
arreglarse para su cena.
Mientras se dirigía al cuarto de baño se dio cuenta que esa
noche había dormido sin la extraña pesadilla que últimamente regresaba a sus
sueños. Se encontraba más descansada que nunca y eso le dio ánimo para salir a
correr un rato.
Se puso unos leggins cortos negros y una camiseta blanca de
tirantes y se ató sus zapatillas. Entró de nuevo en el baño y después de
cepillar su pelo, lo recogió en una coleta alta que despejaba su cara.
-Vamos allá-dijo mientras se miraba en el espejo antes de
abandonar el baño- ya me daré una ducha a la vuelta.
Cogió las llaves y su ipod y se marchó por la avenida.
Hacía un día estupendo. El sol brillaba pero no quemaba como
en días anteriores y una agradable brisa mecía las copas de los árboles
plantados a lo largo de la calle. Era una mañana estupenda para hacer un poco
de ejercicio. Alex se colocó los auriculares y seleccionó una de las listas de
música que tenía organizadas. Tras estirar un poco junto al portal salió
corriendo a ritmo suave.
Apofis había seguido el rastro de su enemigo hasta ese lugar
de la ciudad. ¿qué buscaría el sobrino de Set por aquí? Se preguntó mientras
observaba todo a su alrededor. Varias personas paseaban con sus perros mientras
algunos padres se dirigían al parque que se encontraba en el centro de la
calle. Una joven atrajo su atención que echaba a correr suavemente hacia el
parque. Un olor conocido provenía de ella, pero no supo identificarlo.
Convencido de que esa calle era importante, se marchó decidido a enviar alguno
de sus soldados esa misma noche para que investigaran. Si tenía algún interés
allí, lo descubriría.
Después de una hora de carrera intensa Alex regresó a su
apartamento. Esta vez si que necesitaba una ducha urgente y, tras cerrar la
puerta de casa, se quitó los auriculares y enfiló directamente al baño. Abrió
el grifo de la ducha y depositó las prendas que acababa de quitarse en el cubo
de la ropa sucia.
El agua estaba estupenda, pero una sensación extraña de
inseguridad se estaba apoderando de ella desde que saliera esa mañana de casa y
no era capaz de quitársela de encima. Enjabonó todo su cuerpo y dedicó
tiempo a lavar su pelo. Tras aclararse con agua casi fría, cogió la gran toalla
blanca de baño que colgaba de la percha y se secó con ella.
Rick abandonó temprano la ciudad, sólo esperaba ausentarse una pocas horas. Tenía tiempo
hasta la noche y necesitaba reunirse con sus hombres sin falta. Las cosas estaban cambiando mucho en los últimos días y no quería que nada saliese mal.
Silver entró en la gran sala donde su amigo miraba un enorme pergamino colocado
en una majestuosa mesa de madera de cedro libanés reforzada en sus patas con láminas de oro, en el centro de la misma. El salón de
audiencias tenía las paredes recubiertas de una fina lámina de oro con
jeroglíficos grabados en ellas. Un enorme arcón con incrustaciones de
lapislázuli y jade se ubicaba en el fondo de la sala. En su tapa una enorme
balanza aparecía grabada. Una pequeña escalinata daba acceso al trono colocado en el centro de la pared principal. No contenía más mobiliario o adornos de algún
tipo.
-¿Estás listo para la reunión?-preguntó su amigo
-Si. Será mejor que todos estén al corriente de la
situación.
Silver se volvió hacia la puerta por la que había entrado y
la abrió. Varios hombres y mujeres entraron en la sala detrás de él.
Raf, Min y Silver se sentaron juntos a la derecha de Rick,
mientras el resto de hombres ocupaba el lado izquierdo de la mesa. Raf era el
más antiguo de todos, vinculado al sol, podía ser honorable como sus rayos que
ofrecen la vida o mortal como su calor desatado. Llevaba el pelo muy corto y se
había dejado una suave perilla. Sus ojos eran de un cálido azul que te hacía
soñar con playas paradisíacas y noches de verano. Pero su imagen exterior era
muy diferente a la dureza y fuerza interiores, podía ser uno de los dioses más temidos.
Min era el más joven de los presentes. Su cara juvenil podía
llevarte a engaños, pues detrás de ella se escondía un fiero guerrero que no se
detenía ante nada ni nadie. Como dios de la fertilidad, no solo tenía el don de
dar la vida, si no también de quitarla y como amante, muchas eran las que lo
habían querido dominar convirtiéndose en las dominadas.
Silver era casi tan alto como su amigo y compañero. Era uno
de los dioses más importantes, pues con su palabra podía crear cualquier cosa,
pero tanta sabiduría a veces le aburría y este nuevo siglo se había propuesto
disfrutar un poco de los placeres humanos. Era el más osado y divertido de sus
compañeros, pues sabía que un poco de chispa en su larga existencia era lo que
hacía los días llevaderos y soportables. Físicamente no tenía que envidiar a
sus aliados y amigos. Un cuerpo de infarto enmarcado por unas abdominales que
te hacían soñar con ricas tabletas de chocolate y una gran sonrisa seductora
eran su ficha de presentación, pero su gran inteligencia era la que terminaba
conquistando a las mujeres que se habían cruzado en su camino.
Todos pensaron que sería mejor cambiar sus nombres desde hacía varios
siglos, ya que debían pasar desapercibidos entre los mortales, pero escogieron uno acorde a su verdadera naturaleza. Así Raf dejó de llamarse
Ra (dios del sol) añadiendo la “f” al final de su nombre. Thot quería algo que
estuviese vinculado a él y como en el antiguo Egipto era conocido como el Aton
de plata o sol de media noche, decidió llamarse Silver Aton. Min no había
cambiado su nombre, decía que le daba cierto aire exótico, y Rick no buscó ninguna relación especial al cambiarlo, simplemente le había gustado. Como Horus
guardián de la humanidad, lo único verdaderamente importante era detener a Set
y encontrar el “ojo de Horus”, su alma gemela y por fin el universo se unía para dar con ella.
-Ha aparecido ¿verdad?- preguntó Raf sin andarse con
rodeos.-Sentí su energía cuando te fuiste.
-Si. Y ya sabéis lo que eso significa- contestó a todos los
presentes- no solo como mi otra mitad, si no lo que pasaría si él la encontrase
y la capturase antes del vínculo.
-Todos estaríamos perdidos- respondió Min.
-Tendremos que tomar precauciones extremas hasta que ella se
vincule a Rick por propia voluntad- inquirió Silver.
-El problema es el eclipse total que tendrá lugar dentro de
poco- respondió Raf.
-Lo se- dijo Rick volviéndose hacia su amigo- y se que sus seguidores
ya están en camino. Anubis ha localizado su rastro gracias a Maat.- La diosa de la justicia se levantó y señaló
una ubicación en el mapa- Aquí es dónde se están concentrando las fuerzas de
Apofis.
-Pues no perdamos más el tiempo y organicemos las patrullas-
terminó Min mientras se levantaba de la mesa y un panel de oro giraba en la
pared que había detrás de él- sabemos lo que nos jugamos y cada segundo cuenta,
sobre todo para ti Rick
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