jueves, 21 de junio de 2012

La Marca de Horus (Capítulo 3 parte II)


Esa mañana Alex no tuvo ninguna prisa en levantarse. La noche anterior llegó a casa más tarde de lo que pensaba así que apagó el despertador cuando sonó la alarma y siguió durmiendo un rato más. El teléfono móvil empezó a emitir una repetitiva melodía despertándola de un apacible sueño.
-¿Si?-preguntó medio dormida mientras miraba el reloj de la mesilla.
-¿Todavía estás durmiendo?-preguntó una dulce voz al otro lado de la línea- Ya son las once de la mañana.
-Patty anoche nos acostamos tarde, ¿qué más da a que hora me levante hoy?
-¿¡Cómo que qué más da?! Esta noche es tu cita y tienes que estar estupenda así que me pasaré luego por tu casa para echarte una mano.
Alex se llevó las manos a la cabeza, sólo iba a salir a cenar con un hombre; bueno un fuerte, apuesto y sexy hombre, pero no era para que sus amigas montaran todo un espectáculo por esto.

-Está bien. Si te hace ilusión-dijo con voz cansada- Te veré aquí a las seis ¿te parece bien?
-Perfecto. Allí estaré.

Se desperezó y se levantó de la cama dispuesta a darse una ducha. Hoy pensaba pasar el día en casa tranquilamente hasta la hora de arreglarse para su cena.
Mientras se dirigía al cuarto de baño se dio cuenta que esa noche había dormido sin la extraña pesadilla que últimamente regresaba a sus sueños. Se encontraba más descansada que nunca y eso le dio ánimo para salir a correr un rato.


Se puso unos leggins cortos negros y una camiseta blanca de tirantes y se ató sus zapatillas. Entró de nuevo en el baño y después de cepillar su pelo, lo recogió en una coleta alta que despejaba su cara.
-Vamos allá-dijo mientras se miraba en el espejo antes de abandonar el baño- ya me daré una ducha a la vuelta.
Cogió las llaves y su ipod y se marchó por la avenida.
  
Hacía un día estupendo. El sol brillaba pero no quemaba como en días anteriores y una agradable brisa mecía las copas de los árboles plantados a lo largo de la calle. Era una mañana estupenda para hacer un poco de ejercicio. Alex se colocó los auriculares y seleccionó una de las listas de música que tenía organizadas. Tras estirar un poco junto al portal salió corriendo a ritmo suave.

Apofis había seguido el rastro de su enemigo hasta ese lugar de la ciudad. ¿qué buscaría el sobrino de Set por aquí? Se preguntó mientras observaba todo a su alrededor. Varias personas paseaban con sus perros mientras algunos padres se dirigían al parque que se encontraba en el centro de la calle. Una joven atrajo su atención que echaba a correr suavemente hacia el parque. Un olor conocido provenía de ella, pero no supo identificarlo. Convencido de que esa calle era importante, se marchó decidido a enviar alguno de sus soldados esa misma noche para que investigaran. Si tenía algún interés allí, lo descubriría.


Después de una hora de carrera intensa Alex regresó a su apartamento. Esta vez si que necesitaba una ducha urgente y, tras cerrar la puerta de casa, se quitó los auriculares y enfiló directamente al baño. Abrió el grifo de la ducha y depositó las prendas que acababa de quitarse en el cubo de la ropa sucia.
El agua estaba estupenda, pero una sensación extraña de inseguridad se estaba apoderando de ella desde que saliera esa mañana de casa y no era capaz de quitársela de encima. Enjabonó todo su cuerpo y dedicó tiempo a lavar su pelo. Tras aclararse con agua casi fría, cogió la gran toalla blanca de baño que colgaba de la percha y se secó con ella.


Rick abandonó temprano la ciudad, sólo esperaba ausentarse una pocas horas. Tenía tiempo hasta la noche y necesitaba reunirse con sus hombres sin falta. Las cosas estaban cambiando mucho en los últimos días y no quería que nada saliese mal. Silver entró en la gran sala donde su amigo miraba un enorme pergamino colocado en una majestuosa mesa de madera de cedro libanés reforzada en sus patas con láminas de oro, en el centro de la misma. El salón de audiencias tenía las paredes recubiertas de una fina lámina de oro con jeroglíficos grabados en ellas. Un enorme arcón con incrustaciones de lapislázuli y jade se ubicaba en el fondo de la sala. En su tapa una enorme balanza aparecía grabada. Una pequeña escalinata daba acceso al trono colocado en el centro de la pared principal. No contenía más mobiliario o adornos de algún tipo.

-¿Estás listo para la reunión?-preguntó su amigo
-Si. Será mejor que todos estén al corriente de la situación.


Silver se volvió hacia la puerta por la que había entrado y la abrió. Varios hombres y mujeres entraron en la sala detrás de él.

Raf, Min y Silver se sentaron juntos a la derecha de Rick, mientras el resto de hombres ocupaba el lado izquierdo de la mesa. Raf era el más antiguo de todos, vinculado al sol, podía ser honorable como sus rayos que ofrecen la vida o mortal como su calor desatado. Llevaba el pelo muy corto y se había dejado una suave perilla. Sus ojos eran de un cálido azul que te hacía soñar con playas paradisíacas y noches de verano. Pero su imagen exterior era muy diferente a la dureza y fuerza interiores, podía ser uno de los dioses más temidos.

Min era el más joven de los presentes. Su cara juvenil podía llevarte a engaños, pues detrás de ella se escondía un fiero guerrero que no se detenía ante nada ni nadie. Como dios de la fertilidad, no solo tenía el don de dar la vida, si no también de quitarla y como amante, muchas eran las que lo habían querido dominar convirtiéndose en las dominadas.

Silver era casi tan alto como su amigo y compañero. Era uno de los dioses más importantes, pues con su palabra podía crear cualquier cosa, pero tanta sabiduría a veces le aburría y este nuevo siglo se había propuesto disfrutar un poco de los placeres humanos. Era el más osado y divertido de sus compañeros, pues sabía que un poco de chispa en su larga existencia era lo que hacía los días llevaderos y soportables. Físicamente no tenía que envidiar a sus aliados y amigos. Un cuerpo de infarto enmarcado por unas abdominales que te hacían soñar con ricas tabletas de chocolate y una gran sonrisa seductora eran su ficha de presentación, pero su gran inteligencia era la que terminaba conquistando a las mujeres que se habían cruzado en su camino.

  
Todos pensaron que sería mejor cambiar sus nombres desde hacía varios siglos, ya que debían pasar desapercibidos entre los mortales, pero escogieron uno acorde a su verdadera naturaleza. Así Raf  dejó de llamarse Ra (dios del sol) añadiendo la “f” al final de su nombre. Thot quería algo que estuviese vinculado a él y como en el antiguo Egipto era conocido como el Aton de plata o sol de media noche, decidió llamarse Silver Aton. Min no había cambiado su nombre, decía que le daba cierto aire exótico, y Rick no buscó ninguna relación especial al cambiarlo, simplemente le había gustado. Como Horus guardián de la humanidad, lo único verdaderamente importante era detener a Set y encontrar el “ojo de Horus”, su alma gemela y por fin el universo se unía para dar con ella.


-Ha aparecido ¿verdad?- preguntó Raf sin andarse con rodeos.-Sentí su energía cuando te fuiste.
-Si. Y ya sabéis lo que eso significa- contestó a todos los presentes- no solo como mi otra mitad, si no lo que pasaría si él la encontrase y la capturase antes del vínculo.
-Todos estaríamos perdidos- respondió Min.
-Tendremos que tomar precauciones extremas hasta que ella se vincule a Rick por propia voluntad- inquirió Silver.
-El problema es el eclipse total que tendrá lugar dentro de poco- respondió Raf.
-Lo se- dijo Rick volviéndose hacia su amigo- y se que sus seguidores ya están en camino. Anubis ha localizado su rastro gracias a Maat.-  La diosa de la justicia se levantó y señaló una ubicación en el mapa- Aquí es dónde se están concentrando las fuerzas de Apofis.
-Pues no perdamos más el tiempo y organicemos las patrullas- terminó Min mientras se levantaba de la mesa y un panel de oro giraba en la pared que había detrás de él- sabemos lo que nos jugamos y cada segundo cuenta, sobre todo para ti Rick 

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