Después de fulminar todas las existencias de helado de
chocolate por lo que Annie y Alex se ofrecieron voluntarias para acercarse a la
tienda ubicada al otro lado de la calle.
-No hay nada peor que una fiesta de pijamas sin extra de
chocolate chicas- comentó Nancy al comprobar que Lucy paladeaba la última
cucharada del helado. No tenían más remedio que salir a por unas cuantas
tarrinas si no querían que la fiesta se viniese abajo.
-Alex ¿estás bien?- preguntó Annie mientras cruzaban la
calle
-Si. Es solo que...
-Sabes que puedes contarme lo que te preocupa- comentó su
amiga al ver que no terminaba de explicarse.
-Lo se Annie. Es que todavía está muy reciente lo de Lewis y
no se si es por eso. El caso es que he empezado a tener unos sueños muy
extraños.
-¿Extraños? ¿En que sentido?- preguntó Annie.
-Promete que no te vas a reír.
-Sabes que no lo haré tonta. Anda dime.
-Sueño con un hombre extraño. Es como si le conociera, pero
lo único que consigo ver son sus ojos.
-Y, digamos que esos ojos te han impresionado- contestó
Annie.
-No es solo eso. Es como si ya lo conociese. Es como si me
estuviese buscando- explicó a su amiga mientras entraban en la tienda y se
dirigían al mostrador de los congelados.- Y lo más intrigante es que desde hace
unos días siento su presencia cerca.
-Alex, tal vez te estemos presionando todas demasiado y por
eso has empezado a tener esos sueños. Como tú has dicho tu ruptura está
demasiado presente aún. Tómate tu tiempo para estar sola. No hagas caso a las
chicas.
Cogieron varias tarrinas grandes de distintos sabores antes
de dirigirse al mostrador para pagar la cuenta.
-¿Así que has estado entrando en sus sueños eh?- preguntó
Silver a su amigo mientras le daba un pequeño codazo- que calladito te lo
tenías.
-Necesitaba establecer un primer contacto y ¿qué mejor
manera que a través de los sueños?- contestó Rick levantando su ceja derecha en
un gesto de suspicacia hacia su amigo.- Y deja de escuchar conversaciones
ajenas- terminó de decir mientras entraban ambos en la tienda, dispuestos a
encontrarse con ellas.
Pocos clientes se encontraban a esa hora de la noche en el
establecimiento, pero ninguno de ellos quedó indiferente cuando ambos amigos
entraron en el local.
El poder de la testosterona que emanaban impregnó cada
rincón del local y Alex no pudo por menos que volverse mientras su amiga pagaba
la cuenta.
Cualquiera de los dos hombres que acababan de entrar parecía
salido de alguno de los libros de guerreros escoceses que últimamente había empezado
a leer. Pero si tenía que escoger entre ellos, sin duda escogería al portador
de esos inmensos ojos verdes que la miraban directa y ardientemente en ese
momento.
Alex no tenía palabras para describir lo que veían sus ojos.
Annie se volvió para decirle a su amiga que ya podían irse, pero sabía que no
conseguiría que ella moviese un solo pie de donde se encontraba parada en ese
momento.
Un metro noventa de pura masculinidad se acercaba a ellas
con una sonrisa de anuncio dental que no dejaba indiferente a nadie. Una
camiseta negra ajustada dejaba sus brazos al descubierto mientras marcaba su
perfecto y duro abdomen debajo de la tela de licra. Los pantalones vaqueros se
adaptaban perfectamente a su silueta y su pelo dorado como un cálido atardecer
que llevaba al estilo de Brad Pitt en la película Ocean's eleven, acentuaba aún
más el atractivo conjunto. Pura fibra animal mezclada con el bronceado de su
piel que hacía que no pudiese apartar los ojos de él.
Por fin consiguió salir de ese estado de ensueño cuando
Annie tiró de su brazo hacia la puerta.
-Venga. Tenemos que irnos- susurró a su amiga mientras
seguía guiándola cogidas de la mano.
Rick notó su mirada y acentuó más aún su sonrisa
depredadora. Sabía perfectamente el impacto que había tenido su presencia en
ella y deseaba aprovecharlo al máximo. Silver había comprado unos chicles para
no levantar sospechas y se dirigió hacia la puerta del establecimiento donde se
encontraba esperando su amigo.
Annie y Alex llegaron a la vez y Rick, como un perfecto
caballero, les abrió la puerta mientras saludaba.
-Buenas noches señoritas.
-Buenas noches- saludó Annie, pues Alex seguía sin poder
pronunciar una palabra coherente.
-¿Puedo ayudarlas con esa bolsa?-preguntó mientras se hacía
con el pesado cargamento de helado que Alex sujetaba en su mano.
-No se moleste. Vamos aquí enfrente- pudo por fin articular.
-No es molestia, se lo aseguro. Es un placer ayudar a una
mujer tan hermosa como usted- contestó él con una leve sonrisa en los labios.
Annie sabía muy bien el efecto que ese hombre había causado
en su amiga, por lo que decidió no oponerse al flirteo que él había desplegado
en torno a ella. Si eso servía para que Alex se animase, bienvenido fuese.
Caminaron juntos mientras Annie y Silver se posicionaban un par
de pasos por detrás sin entablar ningún tipo de conversación. Habían entendido
muy bien cual era la situación y no pensaban estropear el momento propicio de
sus amigos.
-Por cierto, me llamo Rick.
-Yo soy Alexandra, pero todos me llaman Alex.- Se había
sorprendido al responder tan rápido, por lo general no era dada a las
confidencias. No sabía por qué pero con ese hombre se sentía incapaz de no
contestar a cualquiera de sus preguntas.
-Bonito nombre- comentó el mientras inspeccionaba
disimuladamente la bolsa que portaba.- ¿Dónde irán dos mujeres tan hermosas
cargadas con tanto helado de chocolate?- preguntó deseoso de volver a escuchar
su melodiosa voz.
Cuando había presentido que ella se encontraba cerca, nunca
hubiese imaginado que esa pequeña mujercita, de poco más de metro sesenta de
estatura y profundos ojos marrones, pudiese despertarle tal deseo. Su cuerpo
lleno de curvas hacía que cualquier hombre quisiera sentirlo bajo sus manos. Un
pequeño destello de celos le invadió.
-La verdad es que tenemos reunión de amigas y nos quedamos
sin provisiones hace un rato.- Contestó ella entre risas- No creas que es para
nosotras dos solas- terminó de explicar mientras volvía la cabeza y miraba a su
amiga.
Llegaron a la puerta de la casa de Amanda y Alex tomó de
nuevo la bolsa de manos de Rick.
-Muchas gracias por la compañía- dijo mientras Annie llamaba
a la puerta.
Amanda salió a su encuentro pero Annie se llevó un dedo a la
boca pidiéndola que guardara silencio. Ambas amigas entraron y observaron por
la ventana del salón con las demás mientras Alex seguía clavada en el umbral de
la puerta.
-Me gustaría volver a verte. ¿Es eso posible?- preguntó Rick
cuando vio que Alex daba media vuelta hacia el interior de la casa.
La pregunta fue totalmente inesperada para ella, pero
realmente deseaba volver a verle.
-Si, claro- respondió ya desde el interior de la vivienda.
-¿Te parece bien mañana a las diez en el centro comercial?
Me gustaría invitarte a cenar- contestó Rick mientras se dirigía hacia su amigo
que esperaba al final del pequeño jardín delantero.
-Está bien- contestó Alex
Rick se volvió para dar un último vistazo a la mujer que
había vuelto su mundo patas arriba. - Allí nos veremos entonces- y se alejó
calle abajo junto a su amigo.
Alex cerró la puerta y entró a la cocina para guardar el
helado en el congelador. Todas sus amigas estaban esperándola con una sola
pregunta.
-¿Y?- dijeron todas a la vez.
-¡He quedado mañana por la noche con él!- dijo mientras sus
amigas empezaban a gritar como chiquillas quinceañeras.
-¿Y de dónde ha salido ese maravilloso espécimen?- preguntó
Nancy
-De la tienda de enfrente- contestó Annie mientras se reía-
Está claro que nunca debes salir de casa sin un poco de rimel y unos buenos
tacones. Nunca sabes dónde puedes encontrarte con el destino.
Y tras arrancar sus motos, se perdieron en la oscuridad de la noche.
Silver cogió el casco y subió a su moto mientras Rick
sondeaba toda la zona.
-Todo limpio. No hay rastro de sus seguidores.
-Entonces podemos irnos- comentó Silver.
-Si. Creo que por hoy ya está todo dicho.
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