jueves, 21 de junio de 2012

La Marca de Horus (Capítulo 2 parte III)


Después de fulminar todas las existencias de helado de chocolate por lo que Annie y Alex se ofrecieron voluntarias para acercarse a la tienda ubicada al otro lado de la calle.

-No hay nada peor que una fiesta de pijamas sin extra de chocolate chicas- comentó Nancy al comprobar que Lucy paladeaba la última cucharada del helado. No tenían más remedio que salir a por unas cuantas tarrinas si no querían que la fiesta se viniese abajo.


-Alex ¿estás bien?- preguntó Annie mientras cruzaban la calle
-Si. Es solo que...
-Sabes que puedes contarme lo que te preocupa- comentó su amiga al ver que no terminaba de explicarse.
-Lo se Annie. Es que todavía está muy reciente lo de Lewis y no se si es por eso. El caso es que he empezado a tener unos sueños muy extraños.
-¿Extraños? ¿En que sentido?- preguntó Annie.
-Promete que no te vas a reír.
-Sabes que no lo haré tonta. Anda dime.
-Sueño con un hombre extraño. Es como si le conociera, pero lo único que consigo ver son sus ojos.
-Y, digamos que esos ojos te han impresionado- contestó Annie.
-No es solo eso. Es como si ya lo conociese. Es como si me estuviese buscando- explicó a su amiga mientras entraban en la tienda y se dirigían al mostrador de los congelados.- Y lo más intrigante es que desde hace unos días siento su presencia cerca.
-Alex, tal vez te estemos presionando todas demasiado y por eso has empezado a tener esos sueños. Como tú has dicho tu ruptura está demasiado presente aún. Tómate tu tiempo para estar sola. No hagas caso a las chicas.

Cogieron varias tarrinas grandes de distintos sabores antes de dirigirse al mostrador para pagar la cuenta.

-¿Así que has estado entrando en sus sueños eh?- preguntó Silver a su amigo mientras le daba un pequeño codazo- que calladito te lo tenías.
-Necesitaba establecer un primer contacto y ¿qué mejor manera que a través de los sueños?- contestó Rick levantando su ceja derecha en un gesto de suspicacia hacia su amigo.- Y deja de escuchar conversaciones ajenas- terminó de decir mientras entraban ambos en la tienda, dispuestos a encontrarse con ellas.

Pocos clientes se encontraban a esa hora de la noche en el establecimiento, pero ninguno de ellos quedó indiferente cuando ambos amigos entraron en el local.
El poder de la testosterona que emanaban impregnó cada rincón del local y Alex no pudo por menos que volverse mientras su amiga pagaba la cuenta.

Cualquiera de los dos hombres que acababan de entrar parecía salido de alguno de los libros de guerreros escoceses que últimamente había empezado a leer. Pero si tenía que escoger entre ellos, sin duda escogería al portador de esos inmensos ojos verdes que la miraban directa y ardientemente en ese momento.

Alex no tenía palabras para describir lo que veían sus ojos. Annie se volvió para decirle a su amiga que ya podían irse, pero sabía que no conseguiría que ella moviese un solo pie de donde se encontraba parada en ese momento.

Un metro noventa de pura masculinidad se acercaba a ellas con una sonrisa de anuncio dental que no dejaba indiferente a nadie. Una camiseta negra ajustada dejaba sus brazos al descubierto mientras marcaba su perfecto y duro abdomen debajo de la tela de licra. Los pantalones vaqueros se adaptaban perfectamente a su silueta y su pelo dorado como un cálido atardecer que llevaba al estilo de Brad Pitt en la película Ocean's eleven, acentuaba aún más el atractivo conjunto. Pura fibra animal mezclada con el bronceado de su piel que hacía que no pudiese apartar los ojos de él.

Por fin consiguió salir de ese estado de ensueño cuando Annie tiró de su brazo hacia la puerta.
-Venga. Tenemos que irnos- susurró a su amiga mientras seguía guiándola cogidas de la mano.

Rick notó su mirada y acentuó más aún su sonrisa depredadora. Sabía perfectamente el impacto que había tenido su presencia en ella y deseaba aprovecharlo al máximo. Silver había comprado unos chicles para no levantar sospechas y se dirigió hacia la puerta del establecimiento donde se encontraba esperando su amigo.

Annie y Alex llegaron a la vez y Rick, como un perfecto caballero, les abrió la puerta mientras saludaba.

-Buenas noches señoritas.
-Buenas noches- saludó Annie, pues Alex seguía sin poder pronunciar una palabra coherente.
-¿Puedo ayudarlas con esa bolsa?-preguntó mientras se hacía con el pesado cargamento de helado que Alex sujetaba en su mano.
-No se moleste. Vamos aquí enfrente- pudo por fin articular.
-No es molestia, se lo aseguro. Es un placer ayudar a una mujer tan hermosa como usted- contestó él con una leve sonrisa en los labios.

Annie sabía muy bien el efecto que ese hombre había causado en su amiga, por lo que decidió no oponerse al flirteo que él había desplegado en torno a ella. Si eso servía para que Alex se animase, bienvenido fuese.

Caminaron juntos mientras Annie y Silver se posicionaban un par de pasos por detrás sin entablar ningún tipo de conversación. Habían entendido muy bien cual era la situación y no pensaban estropear el momento propicio de sus amigos.

-Por cierto, me llamo Rick.
-Yo soy Alexandra, pero todos me llaman Alex.- Se había sorprendido al responder tan rápido, por lo general no era dada a las confidencias. No sabía por qué pero con ese hombre se sentía incapaz de no contestar a cualquiera de sus preguntas.
-Bonito nombre- comentó el mientras inspeccionaba disimuladamente la bolsa que portaba.- ¿Dónde irán dos mujeres tan hermosas cargadas con tanto helado de chocolate?- preguntó deseoso de volver a escuchar su melodiosa voz.

Cuando había presentido que ella se encontraba cerca, nunca hubiese imaginado que esa pequeña mujercita, de poco más de metro sesenta de estatura y profundos ojos marrones, pudiese despertarle tal deseo. Su cuerpo lleno de curvas hacía que cualquier hombre quisiera sentirlo bajo sus manos. Un pequeño destello de celos le invadió.

-La verdad es que tenemos reunión de amigas y nos quedamos sin provisiones hace un rato.- Contestó ella entre risas- No creas que es para nosotras dos solas- terminó de explicar mientras volvía la cabeza y miraba a su amiga.

Llegaron a la puerta de la casa de Amanda y Alex tomó de nuevo la bolsa de manos de Rick.

-Muchas gracias por la compañía- dijo mientras Annie llamaba a la puerta.

Amanda salió a su encuentro pero Annie se llevó un dedo a la boca pidiéndola que guardara silencio. Ambas amigas entraron y observaron por la ventana del salón con las demás mientras Alex seguía clavada en el umbral de la puerta.

-Me gustaría volver a verte. ¿Es eso posible?- preguntó Rick cuando vio que Alex daba media vuelta hacia el interior de la casa.

La pregunta fue totalmente inesperada para ella, pero realmente deseaba volver a verle.

-Si, claro- respondió ya desde el interior de la vivienda.
-¿Te parece bien mañana a las diez en el centro comercial? Me gustaría invitarte a cenar- contestó Rick mientras se dirigía hacia su amigo que esperaba al final del pequeño jardín delantero.
-Está bien- contestó Alex
Rick se volvió para dar un último vistazo a la mujer que había vuelto su mundo patas arriba. - Allí nos veremos entonces- y se alejó calle abajo junto a su amigo.

Alex cerró la puerta y entró a la cocina para guardar el helado en el congelador. Todas sus amigas estaban esperándola con una sola pregunta.

-¿Y?- dijeron todas a la vez.
-¡He quedado mañana por la noche con él!- dijo mientras sus amigas empezaban a gritar como chiquillas quinceañeras.
-¿Y de dónde ha salido ese maravilloso espécimen?- preguntó Nancy
-De la tienda de enfrente- contestó Annie mientras se reía- Está claro que nunca debes salir de casa sin un poco de rimel y unos buenos tacones. Nunca sabes dónde puedes encontrarte con el destino.


Silver cogió el casco y subió a su moto mientras Rick sondeaba toda la zona.
-Todo limpio. No hay rastro de sus seguidores.
-Entonces podemos irnos- comentó Silver.
-Si. Creo que por hoy ya está todo dicho.

Y tras arrancar sus motos, se perdieron en la oscuridad de la noche.

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